Con niveles de crimen en máximos históricos, es fácil entender por qué los agentes económicos se sienten amenazados en sus actividades. Es muy pronto para llegar a la conclusión de que la economía mexicana ya tocó fondo y que a partir de aquí podemos esperar un mejor comportamiento en el Producto Interno Bruto (PIB). Ciertamente, … Continued
Con niveles de crimen en máximos históricos, es fácil entender por qué los agentes económicos se sienten amenazados en sus actividades.
Es muy pronto para llegar a la conclusión de que la economía mexicana ya tocó fondo y que a partir de aquí podemos esperar un mejor comportamiento en el Producto Interno Bruto (PIB). Ciertamente, la primera lectura del PIB al cierre del primer trimestre fue mejor de lo esperado y esto ha impulsado una corrección al alza en las expectativas de crecimiento, al menos para este año.
No ha ocurrido muchas veces en lo que va de este sexenio que los pronosticadores se pongan un poco menos pesimistas respecto a la economía mexicana y corrijan sus estimados. La constante ha sido, desde finales del 2012 y hasta el mes pasado, corregir a la baja sus perspectivas.
Es verdad que la llegada de Donald Trump a la Presidencia fue una invitación a la desconfianza, y con ese factor subjetivo a cuestas, los analistas restaron sus posibles acciones antiMéxico a sus estimaciones.
El presidente de Estados Unidos no ha dejado de ser una amenaza para los intereses mexicanos, pero a la luz de los hechos y de sus alcances reales para descargar su ira contra nuestro país, se ha moderado el pesimismo, a la par que el mercado interno mantiene dinamismo.
En la encuesta que elabora el Banco de México, donde consulta a una treintena de analistas del sector privado, el pronóstico promedio de crecimiento de la economía durante este 2017 pasó de 1.50 a 1.70 por ciento. Es una diferencia mínima, pero implica un rebote en una gráfica que muestra una picada sostenida por años.
Y mientras desde el exterior parece que se relajan un poco las cosas, al menos por ahora, lo paradójico es que los principales lastres que ven estos analistas para crecer son de origen local.
El factor más importante que puede frenar el crecimiento económico de México es este fenómeno que se ha disparado de forma muy importante en el país, que es la falta de seguridad pública.
Con niveles de crimen en máximos históricos, es fácil entender por qué los agentes económicos se sienten amenazados en sus actividades.
El segundo factor que lastra nuestro crecimiento tiene que ver con la baja producción petrolera que prevalece en México y la dependencia de estos ingresos para completar el gasto público.
El tercer factor también es interno y cada vez pesará más, y es la incertidumbre política interna. Entre estos tres temas totalmente internos, los expertos que consulta el banco central mexicano explican casi 40% de los obstáculos para crecer.
No hay duda de que las políticas prometidas y cumplidas del gobierno de Donald Trump tienen un gran efecto en la economía mexicana. Pero a la luz de que son tantos los factores internos que frenan la economía, cualquier razón externa puede sonar a un simple pretexto para justificar las fallas internas.
La economía no está en crisis; al contrario, hay una leve mejora en las estimaciones de crecimiento. Pero hay otros factores tan importantes como la seguridad pública que sí están en crisis, y una profunda.
No hace falta una encuesta para sentirlo en carne propia y para reflejarlo en las decisiones económicas y financieras que toman los agentes económicos.