Después de tantos fracasos en el manejo de la pandemia, la 4T tiene una oportunidad de hacer realidad aquel insensible deseo que la Covid-19 les haya caído como anillo al dedo. Aunque, dados los antecedentes, no es difícil prever otro fracaso
Después de tantos fracasos en el manejo de la pandemia, la 4T tiene una oportunidad de hacer realidad aquel insensible deseo que la Covid-19 les haya caído como anillo al dedo. Aunque, dados los antecedentes, no es difícil prever otro fracaso.
En este país se limitó desde el principio el número de pruebas de detección de la Covid-19 para evitar un disparo en el número de casos confirmados.
El número de muertes por Covid-19 ubica a México en los primeros lugares mundiales, por ello argumentan que la cuenta correcta es la de defunciones por cada 100,000 habitantes. Pero cuando se cuentan las pocas vacunas que se han aplicado en México, en relación con tamaño de la población, ahí sí dicen que lo que suma es el número de dosis que han llegado al país.
Y como remate del fracaso y la negligencia gubernamental para manejar la pandemia, se vino abajo el indicador que tanto defendían de camas disponibles para pacientes Covid. Hoy, prácticamente todos los hospitales están saturados, al extremo de que el Instituto Mexicano del Seguro Social reporta sólo dos camas disponibles para casos generales. Dos.
No sabemos cuántos casos de Covid-19 hay realmente en el país, los enfermos son enviados a sus casas a morir, muchos fallecen sin certificar la causa real de muerte y la economía vive la peor crisis en casi 100 años, porque la dejaron a su suerte.
En medio de ese impresionante récord de fracasos… llegó la vacuna.
Se ha hecho más que evidente que la aplicación de las vacunas son el epicentro de la campaña de Morena para las elecciones dentro de cinco meses y no tienen ninguna preocupación por ocultarlo.
La propaganda en tiempos oficiales de Morena se apropia de la vacunación y lo hace el centro de su campaña. Como si los diputados a reelegir sirvieran para algo en este proceso de vacunación.
Con total descaro, el Presidente anuncia una comitiva de vacunación que incluye a los militares y a sus Siervos de la Nación, que son aquellos promotores vestidos con los colores de Morena que van por el país repartiendo los recursos de los programas asistencialistas y que muchos los presentan como directamente enviados por la 4T.
Sin cuidar las formas, los funcionarios públicos, empezando por los secretarios del gabinete, promueven en sus redes sociales el programa de aplicación de vacunas.
Bueno, hasta el secretario de Hacienda, ese que permaneció en silencio cuando se presentó esa aberración de iniciativa de ley que atentaba contra la autonomía del Banco de México, ahora lanza mensajes sobre el programa de vacunación. Mensajes que claramente tienen la redacción de un equipo de campaña, no de Arturo Herrera.
Tienen pues su tabla salvavidas, con cargo a los recursos públicos y como si no fuera su obligación hacerlo.
El problema es que, con los antecedentes del pésimo manejo que han hecho de la pandemia, las posibilidades de éxito del programa de vacunación parecen bajas. Y más cuando, más allá del buen trabajo del canciller Marcelo Ebrard para conseguir las dosis, está en manos del impresentable de Hugo López-Gatell la estrategia de aplicación. Y eso no augura nada bueno.