Elecciones 2024
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“Eres libre de tomar las opciones que quieras, pero eres prisionero de sus consecuencias”:

Pablo Neruda

La Real Academia Española define a la Justicia como “el principio moral que lleva a dar cada uno lo que le corresponde o le pertenece”, y menciona que la venganza “es la satisfacción que se toma del agravio o daño recibido”.

A partir de la decisión de la Suprema Corte de Justicia de declarar constitucional la posibilidad de enjuiciar a “actores políticos” para “esclarecer decisiones políticas”, y con ello garantizar la justicia y los derechos de las probables víctimas, se abre un proceso democrático y liberador.

En el pasado reciente, solo el expresidente Luis Echeverría había sido juzgado por su participación en la masacre del 2 de octubre de 68. Desde ese episodio, los ex mandatarios federales han gozado de inmunidad y protección. Han sido intocables. Por ello, la memoria histórica nacional está inmersa y sumida en historias de impunidad y encubrimiento.

Prácticamente los últimos 30 años de la historia reciente, han visto desfilar por la pasarela de la ignominia, innumerables casos de corrupción sin castigo alguno.

En este sentido, la decisión jurídico-política de avanzar en un proceso de enjuiciamiento se encuentra vinculado con el anhelo de construir una democracia vigorosa en la que prevalezca el respeto a los derechos humanos, la transparencia y la rendición de cuentas.

No es fácil después de años de obscuridad e impunidad, esclarecer décadas de encubrimiento y asociaciones delictivas del “aparato organizado de poder”.

En este contexto, pueden explicarse las rabiosas respuestas de quienes defienden el “antiguo régimen”, y que se han traducido en actitudes barbáricas de algunos personajes como es el caso del novelista Francisco Martín Moreno, quien en voz en cuello ha sostenido que “si pudiera regresar a los tiempos de la inquisición, quemaría vivos en el Zócalo a todos los morenistas”.

Tendría que aclarar el arrastra plumas de marras, a qué se refiere cuando habla de morenistas. ¿Se refiere a los militantes de un partido político, a sus simpatizantes, a los seguidores de AMLO, a quienes coinciden con él? ¿Habla de los adultos mayores que de manera religiosa lo siguen porque cuando era Jefe de Gobierno de la CDMX, les otorgó una pensión mínima que ningún gobierno les había concedido?

¿Habla de los jóvenes que hoy reciben una beca para que puedan sumarse al mercado de trabajo? ¿O se refiere a los morenistas, por el simple hechos de ser morenos, y no por su filiación político-partidista? El novelista debería saber que 7 de cada 10 mexicanos somos MORENOS de acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED).

En México, el color de piel es un atajo efectivo para ubicar a las personas en una jerarquía social casi siempre en términos denigrantes. “Es el morenito o la morenita”.

Lo que refleja el juicio del novelista que, seguramente comparten muchos de sus aliados políticos y sociales, es un profundo talante racista y discriminatorio. Esa narrativa racista y discriminatoria también se ha lanzado contra los ministros de la Suprema Corte de Justicia. Dicen los intolerantes, “los pusieron de rodillas”. Otra vez, un juicio falso, irrespetuoso, racista y discriminatorio.

Los cambios generan resistencias y buscar justicia es simplemente dar a cada quien lo que corresponde. El “odio de clase” de donde provenga, solo impide ver con claridad los efectos positivos de la polaridad y la correspondencia.

Una presidencia “atípica” obliga a una crítica constructiva “atípica”. México se encuentra agraviado por décadas de corrupción, encubrimiento e impunidad.

Buscar venganza sería de acuerdo a los criterios morales del novelista y su caterva de aliados, quemar vivos a los corruptos, pero de manera afortunada, el sistema político mexicano durante siglos, se ha dotado de métodos de justicia que aún en perfeccionamiento, juzgan a los presuntos delincuentes en los estrados, y no en el cadalso de la plaza pública.

Sanear la política y la justicia de este país es un imperativo categórico, sean presidentes o ex presidentes. Que aquella famosa frase de “caiga quien caiga” ya no se quede en discurso. Que ningún presidente o expresidente esté exento de la acción de la justicia.

Si son culpables que se les castigue, si no los son, que sigan con su vida plácidamente. La venganza es la vía de los supinos ignorantes, yo prefiero la justicia, aunque a veces sea ciega y sorda.

De la libreta

a) Porfirio Muñoz Ledo asegura que Mr. John Ackerman está detrás de la campaña internacional que presenta a AMLO como un personaje autoritario, y le dice “sabemos para quien trabajas”.

b) Un médico amigo me comenta que el presidente López Obrador podría tener un mal hepático: Hepatitis C.  Me habla de las manchas en su cara, el abultamiento del vientre y la ictericia. En la actualidad es una enfermedad tratable. ¿Será?

c)De cara al proceso electoral 2021-2024, al interior de Morena hay tres grupos visibles. El de Marcelo Ebrard, el de Ricardo Monreal y el de Claudia Sheinbaum. Para el 2021, es clara una alianza transitoria entre Marcelo y Monreal para hacerse de la dirigencia del partido en la persona de Mario Delgado. Sheinbaum, por su parte, tiene el apoyo de los morenistas de cepa. Muñoz Ledo la acompaña en su ruta.