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Está claro que el adelanto de la apertura del mercado de las importaciones de gasolina no tiene el objetivo de precipitar los beneficios en precio para los consumidores, porque los precios controlados se van a quedar inalterados hasta el 2018.

La apertura adelantada para la importación de gasolinas y diésel sin el concurso de Petróleos Mexicanos tiene más que ver con la condición de la empresa monopólica y la urgencia, a nivel ya de alerta de seguridad nacional, de elevar las reservas de gasolinas de México.

Pemex ya importa la mayoría de las gasolinas que se consumen en México ante la pérdida de capacidad de refinación de las instalaciones de esta empresa. Incluso, esta empresa importa gasolinas de una refinería que mantiene en sociedad con Shell en el estado de Texas.

Es un hecho que la condición actual del mercado petrolero ofrece un beneficio para los importadores de combustibles y más cuando en el caso del mercado mexicano el precio de venta final al público es muy superior al que se ofrece en otros países.

El tema es que la falta de inversiones por parte de Pemex para crear infraestructura de almacenaje y transportación de combustibles, sumado al descontrolado delito de robo de ductos, han reducido de manera drástica la disponibilidad de reservas de combustibles.

Para poder garantizar una seguridad energética para el país, debería haber reservas de gasolinas suficientes para cubrir al menos 15 días de suministro. Sin embargo, estos factores adversos han provocado que el promedio de reservas sea de tres días o menos, lo que constituye todo un reto de seguridad nacional.

Ya hemos visto episodios de desabasto en algunos mercados, derivado de la falta de infraestructura para hacer llegar en tiempo y forma las gasolinas y el diésel que se consumen.

El anuncio del adelanto de los tiempos del presidente Enrique Peña Nieto lo hizo en Estados Unidos y frente a expertos del sector energético. No fue un anuncio cuyo destinatario fuera el pueblo de México, porque no se trata de adelantar un beneficio directo a los consumidores, sino una jugada estratégica.

Si se libera a Pemex de la obligación de surtir el mercado de gasolinas lo exime de inversiones muy fuertes que hoy tiene que hacer para mantener la proveeduría de combustibles. Recursos que hoy no tiene y que le permiten continuar con su proceso de downsizing y saneamiento financiero.

Si la apertura va a ocurrir de cualquier forma, es mejor que sea ahora, para que las inversiones privadas en infraestructura gasolinera lleguen ahora que hay una ventaja cambiaria, que hay un incentivo de precio.

Porque a reserva de conocer el reglamento para la operación de esta medida adelantada, no se ve que haya la más mínima intención de cambiar los tiempos de liberación de los precios. Lo que implica que si se mantienen los precios oficiales, que son casi 100% superiores a los de Estados Unidos, quedarían: 1.50 dólares el galón en Estados Unidos contra 13.95 pesos el litro en México.

Si los particulares que hoy inviertan pueden tener márgenes de ganancia tan altos, hay un incentivo para entrar al mercado.

Lo que tenemos hasta hoy es un anuncio presidencial, sin reglas, sin más.