Los colombianos están ahora mismo en la implementación de una nueva fase de un plan de paz que podría desactivar décadas de muertes de un conflicto armado contra las guerrillas
Después de la pandemia, la guerra tras la invasión de Rusia a Ucrania es algo que ha marcado la suerte de la economía global.
Si la proliferación del Covid-19 trajo una parálisis económica que derivó en la gran recesión mundial de principios de esta década, la incursión militar rusa contra Ucrania trajo un agravamiento de las presiones inflacionarias por los cuellos de botella en los mercados de los alimentos y los energéticos.
Por eso, cuando se hacen previsiones sobre el desempeño económico futuro, es bueno revisar el mapamundi de los conflictos bélicos en curso, más allá de las predicciones sobre eventuales enfrentamientos armados.
No hay certezas sobre lo que podrían hacer Corea del Norte en contra de su vecino del sur o Japón; no se sabe si China tomará alguna acción militar en contra de Taiwán o si finalmente la OTAN quedará involucrada en el conflicto ucraniano, pero el mapa de los conflictos actuales es muy revelador.
De acuerdo con datos de la ACLED (Armed Conflict Location & Event Data Proyect), una ONG estadounidense dedicada a recopilar información sobre conflictos armados en el mundo, y el SPIRI (Stockholm International Peace Research Institute), una organización internacional dedicada al estudio de conflictos armados, en el mapa de las guerras activas hoy en el mundo está México.
Visualmente, en el mapa del mundo, resulta obvio ver marcados a Rusia y Ucrania en la categoría de guerra activa, es intuitivo ver una enorme cantidad de países africanos involucrados en conflictos de diferente índole que implican violencia y muerte, pero resulta perturbador ver que en el continente americano hay dos naciones marcadas en la categoría de países con conflictos armados activos: México y Colombia.
Los colombianos están ahora mismo en la implementación de una nueva fase de un plan de paz que podría desactivar décadas de muertes de un conflicto armado contra las guerrillas.
Pero México, de acuerdo con estos analistas serios, independientes, lejanos de los adversarios políticos del movimiento electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador, señalan que este país tiene tres conflictos armados no internacionales, protagonizados por el gobierno federal contra el Cártel de Sinaloa, el mismo gobierno federal en contra del Cártel Jalisco Nueva Generación y uno más entre estos dos grupos de la delincuencia organizada.
En la vida cotidiana de este país violento lo que vemos es que la guerra contra el narco se sustituyó con la política de los abrazos y no balazos y lo que priva ahora es una guerra entre el narco donde se han multiplicado los grupos delincuenciales, que inciden en las cifras de muertes violentas más altas de la historia.
Ver a México como un foco rojo, por tener en marcha una guerra interna, sorprende, pero no es más que un reflejo de lo que todos los días vemos casi por todo el país. Atentados con explosivos, masacres, más de 160,000 ejecutados en lo que va del sexenio y mucho más.
La resistencia que hemos generado a la violencia cotidiana nos hace perder la dimensión de vivir en estas guerras internas y la manera como el régimen actual niega la realidad y voltea para otro lado, provoca que no veamos lo que sí se aprecia desde afuera.