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Los cálculos del comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB) de la Secretaría de Hacienda de la 4T del primer año de gobierno fallaron rotundamente y eso fue responsabilidad plena de esta administración, que lejos de procurar el crecimiento prometido de 4% llevaron a la economía mexicana a una recesión.

El pronóstico inicial del PIB del 2020 fue imposible de cumplir en México, y en cualquier parte del mundo, porque la pandemia irrumpió para cambiar el curso de la historia.

A lo largo del año pasado la Secretaría de Hacienda fue revisando varias veces su estimación de caída de la economía hasta que lo ubicó en torno a un retroceso de 8 por ciento. Un cálculo que pareció mucho menos pesimista que el que tenían en ese momento el resto de los analistas.

Así, la Secretaría de Hacienda de Arturo Herrera estuvo muy cerca del resultado final del peor dato del comportamiento del PIB en casi 100 años en México. Esto renueva sus bonos para, ahora, con miras a la presentación de los pre-criterios económicos del 2022, antes del 1 de abril, corregir sus pronósticos. Para este año, previsiblemente hasta 5% de crecimiento del PIB.

Le viene bien a Hacienda ser un acreditado mejor pronosticador, lo que no puede evitar es tener la carga de no poder ser un adecuado rescatador de la economía en plena crisis por la pandemia y ante la peor recesión de la historia moderna.

Al final, la Secretaría de Hacienda no pudo llevar a cabo un programa contra cíclico de respaldo a los trabajadores, porque no se los permitió su jefe.

Hacienda depende del poder Ejecutivo, algo que en este sexenio no es sólo un asunto de organigrama sino de una auténtica dependencia total de las decisiones del presidente Andrés Manuel López Obrador. Si bajo la visión del líder de la 4T un rescate a los que perdieron ingresos es un asunto de neoliberales, simplemente no se hace.

En el sistema presidencialista, es el jefe del Ejecutivo el que toma ese tipo de decisiones fiscales. Pero en gobiernos anteriores los expertos de Hacienda tenían margen de maniobra para operar, en el entendido que es ahí donde están los expertos.

Sólo quizá el caso antagónico de la circunstancia actual, donde el Presidente lo domina todo, se dio en el sexenio de Vicente Fox, cuando el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, se mandaba solo.

Los alcances controladores del actual Presidente llegan hasta el Congreso, por lo que parece hasta un mal chiste que los senadores de Morena se llenen la boca con aquello de que se acabó la partida secreta, cuando en estos tiempos todo el presupuesto es una partida discrecional de López Obrador.

Así, la Secretaría de Hacienda va a mejorar, y va a presumir, el pronóstico del crecimiento del PIB, al menos para este año. Olvidará decir que es un mero rebote del plan de rescate económico de Estados Unidos.

Pero, como sea, que sus pronósticos recuperen credibilidad es un acto de justicia para los expertos de Hacienda, que sí saben y mucho de su trabajo, pero los tienen con las manos amarradas dentro del propio Palacio Nacional.

La Secretaría de Hacienda va a mejorar, y va a presumir, el pronóstico del crecimiento del PIB al menos para este año. Olvidará decir que es un mero rebote del plan de rescate económico de Estados Unidos.

Le viene bien a Hacienda ser un acreditado mejor pronosticador, lo que no puede evitar es tener la carga de no poder ser un adecuado rescatador de la economía en plena crisis por la pandemia y ante la peor recesión de la historia moderna.