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El gobierno hará recortes porque no tiene más alternativas, sería absurdo subir impuestos. El próximo no está para soñar.

El gobierno se apretará el cinturón con fuerza el año próximo. Propone un presupuesto 2017 que es austero y realista. Estas dos palabras suenan bien en los discursos y en el papel, pero en la realidad puede ser otra cosa. ¿Estamos listos para la austeridad y el realismo?

No se puede hacer un ajuste del gasto público de 239,700 millones de pesos sin afectar la economía. El gobierno es parte activa de un ecosistema económico donde su gasto representa ingresos para empresas y personas. El esfuerzo de austeridad merece elogios, casi todos estamos hartos del mal uso de los recursos públicos. El ejercicio de esa virtud, sin embargo, tiene un costo: implicará menor demanda agregada y le pegará a algunos sectores, en primer lugar a proveedores y empleados del gobierno.

¿Por qué un recorte de 239,000 millones se refleja en una reducción del presupuesto total de apenas 69,278 millones de pesos? Una verdad incómoda del presupuesto que presenta el gobierno es que una gran parte de los ahorros se utilizarán para pagar los costos crecientes del servicio de la deuda. En el 2016, se gastaron 455,060 millones de pesos y el gasto proyectado para el 2017 será de 532,349 millones de pesos. En el presupuesto, estos recursos pertenecen a la categoría Gasto No Programable. Esto quiere decir que es casi intocable. El pago de la deuda pública es sagrado para un país que quiere mantener su prestigio en los mercados financieros.

¿Se recortará lonja u órganos vitales? La forma en que se presenta el presupuesto hace imposible contestar a esta pregunta. No habrá recortes de personal, reconoce el secretario de Hacienda. José Antonio Meade aclara que 13,000 plazas que se suprimieron en el 2016 no se repondrán en el 2017. En conferencia de prensa, explicó que habrá una reducción de 20% en el gasto corriente de las dependencias. Esto es un buen mensaje, aunque hay que tomar en cuenta que una parte del gasto irreductible es el menos productivo; por ejemplo, el personal sindicalizado.

La guillotina caerá con fuerza en Pemex, Comunicaciones y Transportes, Educación Pública y Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, entre otras, pero perdonará a las cámaras de Diputados y Senadores. Ellas tendrán un incremento a pesar de que no se han caracterizado por la rendición de cuentas. ¿Creen que los legisladores pedirán que se recorte su presupuesto? Yo tampoco.

En el caso de los órganos reguladores de la actividad económica, hay tijeretazos propuestos para la mayoría de ellos: Comisión Nacional de Hidrocarburos, Comisión Reguladora de Energía e Instituto Federal de Telecomunicaciones. La única reguladora que tendrá un incremento es la Comisión Federal de Competencia, la agencia antimonopolios que dirige con eficiencia Alejandra Palacios.

¿Cómo afectará al mercado interno? Éste ha sido el motor de la economía de principios del 2015 a la fecha. Las ventas de los establecimientos comerciales han crecido de manera sostenida y en algunos casos, como la venta de coches, han alcanzado niveles record. Será difícil que el buen ritmo del comercio se sostenga en el 2017.

¿Por qué hacer los recortes, si traerán problemas? Porque no hay alternativas. El gobierno está obeso y sería absurdo subir impuestos o crecer la deuda para mantener al Ogro filantrópico como está. Los recortes implican hacer un ejercicio de realismo. El 2017 no está para soñar.

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