Elecciones 2024
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Mientras Donald Trump emprende la guerra comercial más grande de la historia y maltrata a sus más importantes aliados europeos, una delegación con los funcionarios más importantes e influyentes de su administración visitará mañana la Ciudad de México para conocer al próximo presidente.

No es por nada, pero hay que ver quiénes son los cuates del presidente de Estados Unidos para saber de qué lado quiere quedar México.

Hoy insulta a Angela Merkel, canciller alemana, y alaba a Vladimir Putin, presidente ruso. Ofende a Justin Trudeau, primer ministro canadiense, y abraza cordial al dictador norcoreano Kim Jong-un.

El equipo de transición de Andrés Manuel López Obrador y el propio virtual presidente electo deben tener claro que el segundo gran triunfo que necesitan es en la relación con Estados Unidos.

Si algo están esperando realmente con ansias los mercados financieros es la conclusión favorable de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Ese pacto tripartito entre pares que mantenga las inversiones multimillonarias y los buenos resultados obtenidos durante un cuarto de siglo.

Si en añadidura a ese acuerdo comercial se logran otros pactos en materia de desarrollo regional, como ese intento de revivir la Alianza para el Progreso de los años 60 del siglo pasado, pues será un beneficio adicional.

Pero cuidado con los planes del presidente estadounidense. Porque ése que es capaz de menospreciar a los europeos y confortar a China puede querer solamente obtener beneficios para él, aprovechándose de la inexperiencia de los que llegarán a gobernar.

La ayuda asistencial que brindaba Estados Unidos a mediados del siglo pasado se daba a cambio de la imposición de modelos políticos y económicos.

Hoy el gobierno de Trump puede pretender cambiar planes de desarrollo subsidiado sesenteros a cambio de controlar su frontera desde el paso entre México y Guatemala o bien a través de salirse con la suya en materia comercial.

Entre las grandes incógnitas que prevalecen sobre el estilo de gobernar de Andrés Manuel López Obrador están por supuesto sus planes fiscales, su manera de gastar y su relación con los agentes económicos.

La verdad es que la actual luna de miel no cuenta como un adelanto serio de lo que viene.

Pero también uno de los puntos torales que marcarán los seis años de gobierno que vienen será la relación que plantee con los Estados Unidos.

Donald Trump es todo menos un tonto. Manda a una reunión con el personaje que habrá de gobernar hasta diciembre a su yerno, Jared Kushner; al secretario de Estado, Mike Pompeo; al secretario del Tesoro, Steven Mnuchin; y a la secretaria de Seguridad Interior, Kirstjen Nielsen.

Esa foto del equipo de primera línea con los lopezobradoristas inhabilita por completo a los actuales gobernantes y negociadores mexicanos. Lo que claramente constituye una movida maestra de la Casa Blanca para tratar de aquí en adelante, siempre en primera instancia, con López y no con Peña, con Ebrard y no con Videgaray.

El arte negociador de Donald Trump incluye el deslumbramiento de su contraparte, si no hay resultados satisfactorios pasa al aplastamiento.

El presidente de Estados Unidos quiere siempre ganarlas todas, que no lo olviden mañana en la colonia Roma.