Elecciones 2024
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Dos casos de derechos de amistad rayan la carrocería de la autoridad moral de la que se invistió este gobierno, y que el electorado le compró a sobreprecio: el gobernador de Baja California, quien estará cinco años en lugar de dos, y la titular de la CNDH, quien es inelegible para el cargo.

La Corte decidirá sobre el caso Jaime Bonilla, aunque la secretaria de Gobernación adelantó en una infidencia pública que “la norma va a pervivir”: es decir, será alterado el sentido de la voluntad popular, aunque sea ostensiblemente inconstitucional, pues fue electo por dos años, no por cinco.

Y Rosario Piedra es nuestra Ombudsperson, aunque el reglamento de la propia institución que ya dirige, indica en su artículo 9º que quien aspire a presidirla no puede haber sido dirigente de partido durante el año previo al nombramiento. Y ella tenía cargos en Morena al momento de ser elegida.

Sin embargo, este gobierno cree que lo que quiere, únicamente porque lo quiere, es ya una base de acción de gobierno sin ninguna deliberación. Le resulta suficiente considerar algo como correcto para que sea correcto, sin una mediación racional con nadie.

Por eso el presidente está convencido de que en la CNDH debe estar una persona afectada por violación de derechos humanos, como Rosario Piedra, que padeció la desaparición de su hermano, un militante comunista que se enfrentó con las armas al gobierno hace cuatro décadas.

Pero es ello lo que la convierte en una Ombudsperson que dejaría de funcionar como observadora imparcial de, por ejemplo, con el Ejército, al que considera autor de la suerte de su hermano. Además, es amiga personal del Ejecutivo al que está obligada a supervisar por sus acciones u omisiones.

Tal es el voluntarismo en el gobierno, que la propia Rosario Piedra dice que “no voy a renunciar a Morena, sólo pediré licencia, aunque ni obligada estoy a pedirla, pero lo hago porque no voy a poder con mi cargo en Morena y con la CNDH”.

O sea: la amiga del presidente cree que está haciendo un favor al pedir licencia como directiva de un partido político, aun cuando el reglamento de la propia CNDH indica que no puede haber sido dirigente de partido durante el año previo al nombramiento.

Bonilla también es amigo del presidente. Cuando pocos ayudaban a éste en campañas, puso a su servicio su canal de TV Pacific Spanish Network en California, 9 cableras y 4 radioemisoras en San Diego, Santa María, San Luis Obispo, Chico, Salinas, Monterey, Sacramento y otras ciudades fronterizas.

Igualmente contribuyó a la causa con recursos de sus empresas. Es de aplaudir la pertinencia de las relaciones humanas. Sólo que, donde empieza la ley…

Acaba la amistad.