Y claramente desde el día uno de las precampañas adelantadas de Morena quedó claro que tienen una carencia total de líderes, por lo tanto, su gurú tiene que salir al rescate con algo de pegamento dogmático para mantener su movimiento
El Presidente quiere decidir qué es lo que usted tiene derecho a comer, o no. Como Andrés Manuel López Obrador cree que el maíz amarillo modificado genéticamente es maligno y neoliberal, quiere por decreto anular el derecho de los consumidores a tener acceso a tortillas hechas con ese maíz.
Su dictado será, solo tortillas con maíz blanco y cultivado en México. Sus gustos e intereses como mexicano libre no importan.
Es, a todas luces, un acto autoritario que carece de cualquier análisis o conclusión científica y que tiene que ver con que sus “expertos” de lo que era el Conacyt que están dedicados a acabar con la “ciencia neoliberal”.
A una muletilla dogmática se agrega una decisión autoritaria que limita la libertad de los tortilleros de hacer su producto con una materia prima legal y a los consumidores los coarta en su libre elección.
En el catálogo de dogmas del régimen, ahí donde están soberanía, petróleo, autosuficiencia, también está la palabra transgénico que es muy famosa entre los grupos reaccionarios de izquierda que la repiten sin siquiera entender lo que significa.
Si lo supieran no comerían plátano Tabasco, aguacate Hass, jitomate bola, tangerinas, mangos o papayas. Pero el cántico que repiten de los transgénicos lo relacionan con la empresa Monsanto a la que esos grupos reaccionarios han convertido en un demonio sin entender lo que tanto repiten.
Ahora, además de limitar los derechos individuales, el régimen de López Obrador va tras algo que marca el manual del populismo que puede resultar rentable ante su clientela política: un pleito con el imperio Yanqui.
Tras el decreto modificado que limita las importaciones de maíz amarillo de Estados Unidos a partir del 2025, el gobierno de Washington decidió iniciar consultas formales sobre el tema en el marco del T-MEC, a las que se sumaron los canadienses.
Lo que el presidente López Obrador reafirma es que no solo no desiste de sus ideas sobre el maíz modificado genéticamente, cuya importación ampara el acuerdo comercial, sino que amplía las restricciones al consumo y a la importación de maíz blanco.
Cuando este caso dogmático, no científico, llegue hasta un panel de solución de controversias en el marco del acuerdo comercial trilateral de América del Norte, México va a perder y tendrá que enfrentar sanciones comerciales muy fuertes.
Los que pagarán serán los exportadores mexicanos de otras mercancías exitosas en Estados Unidos y Canadá que tendrán que asumir aranceles hasta cubrir el tamaño del daño que calculen en materia de maíz.
Y lo que conseguirá el régimen en esta fase de radicalización será un discurso de defensa frente a los embates de los intereses de las grandes empresas transnacionales que quieren imponer sus condiciones a un país soberano, bla, bla, bla.
Dice el manual que, si no tienes figuras, hay que crear problemas para mantener la cohesión de las masas en torno al discurso del régimen.
Y claramente desde el día uno de las precampañas adelantadas de Morena quedó claro que tienen una carencia total de líderes, por lo tanto, su gurú tiene que salir al rescate con algo de pegamento dogmático para mantener su movimiento.