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Lo que está a punto de ocurrir con los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 es muy similar a lo que le pasa al mundo con la pandemia de Covid-19.

Japón postergó la celebración de este compromiso internacional, cada vez que venía un repunte de la enfermedad. Pero ahora que nuevamente se da un incremento en el número de casos ese país toma medidas drásticas, pero ya no puede cancelarlos.

Muchos países, no todos, se tomaron muy en serio desde el principio el riesgo que implicaba esta pandemia. Japón fue uno de ellos y ahí están sus números.

Ese país asiático tiene una población similar a la de México, en torno a los 130 millones de habitantes. Allá se han confirmado 817,000 casos positivos de Covid-19, acá 2.5 millones. En Japón, con sus medidas sanitarias muy estrictas, han muerto 15,000 personas. Acá, con lo criminal que ha sido el manejo de la epidemia, no son menos de 400,000 las defunciones.

Pero hoy, ni siquiera ese país tan estricto que es Japón puede ya negarse a la celebración de los Juegos Olímpicos.

Estamos a punto de presenciar una fiesta deportiva mundial en medio de un silencio sepulcral y todo porque la siguiente víctima mortal, si se mantienen las restricciones extremas por la pandemia, puede ser la economía mundial.

Si este próximo viernes 23 de julio de este 2021 no se inauguran los Juegos Olímpicos, así sea en silencio, en estadios vacíos, con cubrebocas y la sana distancia, una muy probable víctima sería el olimpismo.

Es seguro que habrá pérdidas económicas muy importantes, pero si el mundo no es capaz de ver por la televisión esas competencias deportivas en Japón, lo que seguiría es la quiebra de la organización profesional del deporte olímpico.

Y esa es la condición del mundo. Si la pandemia vuelve a cancelar la temporada de verano en Europa, los hoteles y las líneas aéreas van a quebrar. Si los estadounidenses no son capaces de salir de sus casas para comportarse como los mayores consumidores del mundo que son, lo que seguiría es una profunda depresión económica.

En México, si los mercados no pueden mantener sus puertas abiertas, si la gente no es capaz de salir a vender sus productos, si se mantienen cerrados restaurantes y oficinas, las familias van a quebrar y más cuando el gobierno federal presume sus finanzas públicas sanas por no ayudar a la gente.

En menos de dos semanas habrá Juegos Olímpicos por la misma razón que hoy las calles de nuestras ciudades están llenas en plena tercera ola de contagios por las variantes del SARS-CoV-2, porque la necesidad económica ya empujó a la gente a salir y ya no pueden regresar a sus casas.

Es justo ahora cuando se confirma lo injusto que ha sido el reparto mundial de las vacunas. Queda también al descubierto la insensatez de los que no se quieren vacunar, así como la negligencia de quien es capaz de tener 10 millones de vacunas guardadas sin aplicar a su población.

El otro riesgo
Verano peligroso
Si la pandemia vuelve a cancelar la temporada de verano en Europa, los hoteles y las líneas aéreas van a quebrar.

Tercera ola
Las ciudades están llenas en plena tercera ola de contagios por las variantes del SARS-CoV-2, porque la necesidad económica ya empujó a la gente a salir.

Quiebra
Si el mundo no es capaz de ver por la televisión esas competencias deportivas en Japón, lo que seguiría es la quiebra del Comité Olímpico.

Depresión
Si los estadounidenses no son capaces de salir de sus casas para comportarse como los mayores consumidores del mundo, seguirá una profunda depresión.