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En el mundo paralelo de la 4T, el año pasado se crearon dos millones de nuevos empleos para paliar la pérdida de plazas laborales como consecuencia del confinamiento por la pandemia de Covid-19.

En el mundo real, el de las cifras y los datos del Inegi, entre marzo del año pasado, cuando entramos de lleno en el encierro por el SARS-CoV-2, y marzo de este 2021, en México la población ocupada tuvo una disminución de dos millones de personas.

La población sub ocupada, aquellos que tienen alguna ocupación, pero que trabajan poco, ganan poco y quieren más, fue el mes pasado de 7.1 millones de personas, dos millones más que los 5.1 millones de sub ocupados del 2020.

Entonces, en el mundo real, muchos millones de personas no han recuperado su trabajo y otros tantos millones ganan mucho menos de lo que percibían antes de la pandemia.

También en ese mundo alterno creado para no perder el encanto en la transformación prometida no hay gasolinazos ni han subido los precios de los combustibles.

En la realidad, las gasolinas han subido en un año más de 30% y el gas LP, el de mayor uso en las casas, ha tenido un incremento de casi 40 por ciento.

Son datos de ese mundo corroborable de las cifras estadísticas, de la medición de la inflación que nos marca que el Índice Nacional de Precios al Consumidor, la inflación general, está en 6.05%, que es el doble de lo que el Banco de México ha fijado como su meta inamovible, de 3 por ciento.

El subíndice de precios de los energéticos muestra una inflación anualizada, hasta la primera quincena de este mes, de 28.22 por ciento.

No hay manera de hacer responsable al gobierno de Andrés Manuel López Obrador por el incremento inflacionario. Sí ha aplicado algunos aumentos en tarifas hasta tres veces la meta de inflación, pero el promedio se mantiene por debajo de 3%, como lo refleja 2.19% de aumento anualizado del subíndice de Tarifas Autorizadas por el gobierno.

Es más, en abril se aplicó ya la tradicional baja en las tarifas eléctricas en algunas entidades del norte del país para que puedan hacer frente con sus aires acondicionados a los calorones del verano.

El verdadero problema está en no hablar con la verdad. Con descaro se asegura en las mañanas que no han subido los precios de las gasolinas, cuando se han disparado estos precios. Y regresar el monopolio del mercado gasolinero a Pemex no va sino a agravar la tendencia alcista de los precios.

En cuanto a la pérdida de empleos, ahí sí hay mayor responsabilidad gubernamental por dejar a su suerte a millones de personas sin ayudarles con un ingreso de emergencia en la pandemia. Y encima de eso presumen empleos que no se crearon. Eso deja en muchos la sensación de no haber tenido la capacidad de obtener uno de esos millones de empleos supuestamente disponibles.

Las cifras ahí están, son la realidad de lo que hoy vive este país. Lo peor de todo es que no llegan a millones de personas que sólo se quedan con lo que, con fe, escuchan en las mañanas.