Ya no es automático pues que mañana que el Comité de Mercado abierto de la Fed aumente entre un cuarto y medio punto porcentual la tasa interbancaria a un día
Hay un mensaje que insisten en remarcar desde las esferas oficiales estadounidenses y este es que la quiebra de los bancos como el Silicon Valley Bank y el Signature Bank fueron hechos aislados en instituciones de nicho que no habrán de contagiar a los grupos financieros sistémicos de ese país.
La situación del Credit Suisse debilitó ese discurso, pero lo ubicaron como un problema de los suizos y las consecuencias de vivir en un mundo económico y financiero aparte.
Lo que quedó claro es que sí hay consecuencias con el incremento en el costo del dinero tan rápido en una economía como la estadounidense que se había vuelto adicta al dinero gratuito.
Lo primero que ocurre en estas fiestas financieras que salen mal es que hay un golpe a la confianza. Dejó de ser lineal la trayectoria esperada de alta inflación, altas tasas, baja inflación, regreso de las tasas y después la calma de la neutralidad monetaria.
Hoy la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), de la mano del Departamento del Tesoro, tienen que preocuparse por mantener el sistema bancario en una sola pieza al tiempo que continúan con la lucha contra las altas tasas inflacionarias.
Ya no es automático pues que mañana que el Comité de Mercado abierto de la Fed aumente entre un cuarto y medio punto porcentual la tasa interbancaria a un día.
Y no es ya lineal porque en la medida que sube el precio de los dólares más entidades financieras podrían verse atrapadas en la trampa de los plazos de los bonos del Tesoro.
Pero, al mismo tiempo, la inflación se mantiene en 6% anual que es el triple de la tradicional meta inflacionaria de 2%, mientras que la inflación subyacente se resiste a disminuir por las presiones en los precios de los servicios.
No es lo mismo pronosticar una ligera recesión como producto de las altas tasas y su impacto en el consumo que anticipar que más bancos con problemas de liquidez pudieran precipitar una recesión producto de una crisis financiera.
La estrategia en marcha por parte de las autoridades monetarias y fiscales de Estados Unidos, de la mano de los bancos centrales de otras partes del mundo como la Unión Europea, es abrir la cartera de los dólares a las entidades financieras que lo requieran para cubrir sus necesidades de liquidez.
No le quieren llamar rescate, pero es una forma de evitar la reacción en cadena que puede generar el pánico en los mercados. Vamos, ya lo hemos visto en fechas tan cercanas como el 2009.
La incógnita es si la Fed acompañará sus esfuerzos de liquidez con una pausa en los incrementos de las tasas de interés o si bien separará los caminos del apoyo a la solidez financiera con esos dólares disponibles de un lado, y del otro, la lucha contra la inflación con un aumento de la tasa de interés mañana.
El Banco Central Europeo no se tocó el corazón y subió 50 puntos base su tasa referencial. Pero el que lleva la voz cantante es el banco central de Estados Unidos y solo hay que esperar a mañana para ver qué deciden.