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La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) tomó lo que bien puede describirse como una decisión salomónica con su incremento de 25 puntos base a la tasa interbancaria de referencia en su reunión del Comité de Mercado Abierto del miércoles pasado.

Si hubieran optado por otro aumento de medio punto porcentual habría sido un golpe contundente contra las presiones inflacionarias, sin duda, pero, al mismo tiempo, una mala señal para el sistema bancario estadounidense que ya dejó ver los efectos de su adicción al dinero barato y el repentino aumento de su costo.

Y por el otro lado, haber mantenido sin cambios la tasa de interés referente, con el argumento de que la inflación ya ha marcado un camino de descenso, pudo haber generado la lectura de debilidad de la Fed y de corroborar que la situación de los bancos es peor de lo que aceptan las autoridades fiscales estadounidenses y entonces regresar al pánico financiero.

Un cuarto de punto más a esa tasa, para ubicarla en ese rango entre 4.75 y 5%, era en esta ocasión el movimiento más neutral, tomando en cuenta, claro, la promesa del Departamento del Tesoro estadounidense de no dejar en el desamparo a ningún banco en peligro.

En México, con el dato inflacionario que conocimos ayer de una variación de la inflación general de 0.15% durante la primera quincena de este mes de marzo, y de 7.12% a tasa anual, habría margen para la especulación sobre si el Banco de México tiene espacio para pausar o de plano terminar ya con los incrementos en la tasa de interés interbancaria a un día.

Los halcones más intolerantes con las presiones inflacionarias pedirían poner atención a la inflación subyacente que registró una tasa anualizada de 8.15% en esa primera quincena de marzo.

No dejarían de apuntar que la inflación no subyacente suele tener este comportamiento de baja en esta temporada del año y pedirían poner especial atención al desempeño de los precios de los servicios que mantienen una trayectoria ascendente.

Con esos argumentos en la mano podrían apoyar un nuevo incremento de la tasa de referencia de otros 50 puntos base.

Los dos caminos podrían generar reacciones negativas en los mercados, tanto desligarse de la Fed y no aumentar la tasa de interés, como optar por un incremento agresivo de otro medio punto porcentual a la tasa de referencia actualmente en 11 por ciento.

Es cierto que son cuatro quincenas consecutivas con descenso de la inflación general, pero no es buena señal despegarse de la Fed. Como tampoco parecer tan rudos con el instrumento de política monetaria.

Así que, a menos de una semana de la decisión de la Junta de Gobierno del Banco de México, un incremento de un cuarto de punto parece ser la acción más neutral a tomar en estos momentos.

Y ya, a partir de ahí, la Junta de Gobierno tendrá prácticamente 50 días para analizar el entorno inflacionario del país antes de tener que tomar otra decisión de política monetaria.