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Se ha desvanecido la posibilidad de un regreso a la actividad económica con la curva de la pandemia domada.

Quien vea la gráfica de MILENIO del día de ayer, para el caso la de hoy, sobre el punto de la pandemia en que estamos, verá sin necesidad de cálculos refinados que hemos empezado a abrir la economía en el punto más alto de infecciones y muertes.

Del 15 de abril al 22 de junio, lo que vemos es una línea ascendente pronunciada, como el flanco de una pirámide. Lo que preocupa no son solo los subregistros o las debilidades analíticas del modelo elegido, sino la certidumbre de que el gobierno federal anda a ciegas en su diagnóstico y, por tanto, en su pedagogía respecto de cómo proteger mejor a la población de la pandemia.

Los márgenes cuantitativos de la ceguera son enormes. El 5 de mayo el subsecretario López-Gatell dijo que estábamos en aquel momento en el punto medio de la curva y que podían esperarse, al final de ella, unos 6 mil muertos. El 4 de junio había, sin embargo, en sus propias cifras 12 mil 545 defunciones. Y hace dos días, el 22 de junio, ya eran 22 mil 584. De ahí la línea ascendente de la pirámide que registra con absoluta claridad visual la infografía de MILENIO.

La debilidad analítica en la medición de la pandemia que ha conducido al gobierno a estos gigantescos errores de cálculo corre pareja con sus cegueras prácticas. Desde el principio, el gobierno mexicano se negó a aceptar dos experiencias irrefutables de otros países: que los cubrebocas son necesarios y que entre más pruebas, mejor conocimiento y mayor capacidad de controlar la pandemia.

Han aceptado a regañadientes la utilidad del cubrebocas, sin que la usen muchísimos funcionarios públicos, empezando por el Presidente. Y siguen sin hacer pruebas masivas.

Creo que han hecho bien los gobiernos estatales que se desligaron de la estrategia federal en la materia y dieron sus propias respuestas. Incluyo en esos gobiernos al de Ciudad de México, cuyas diferencias con el criterio federal apenas puede exagerarse.

La pandemia ha estimulado su autonomía, para bien.