Elecciones 2024
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Se levantó este fin de semana la secretísima encuesta de Morena que definirá a su candidat@ para el Gobierno de Ciudad de México.

No se ha dicho qué empresa hará la encuesta ni cómo ni entre quiénes. Los precandidatos anunciados, Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal, Martí Batres, Mario Delgado, han declarado su acuerdo con el resultado de esa encuesta, de la que nada se les ha dicho o al menos nada que hayan compartido con los medios.

Esto no quiere decir que estén inactivos o esperando.  Están compitiendo a todo lo que dan por influir en la encuesta y ganarla.

Pero, la verdad, desconocen en qué consiste el campo de batalla declarado de la contienda. No saben quién hará la encuesta ni cómo ni entre quiénes.

Dicen confiar en el método de la encuesta y esperan que ésta los favorezca, en una espera más definida y más obediente a los resultados que la de los candidatos del PRI.

En el caso de los candidatos del PRI, decidirá el Presidente. En el caso de Morena, decidirá una encuesta hecha por el partido de la que los candidatos no saben ni preguntan nada.

Ni siquiera se trata de dos o tres encuestas cuyos resultados comparativos arrojen un ganador. Se trata de una encuesta organizada por el partido con reglas y encuestador que el partido se reserva hasta el anuncio de sus resultados.

El precandidato de Morena al Gobierno de Ciudad de México más visiblemente decidido a influir en el resultado de la encuesta es Ricardo Monreal, quien ha dicho que, hasta donde él tiene información, de las 17 encuestas que se han hecho sobre preferencias en la ciudad él gana en 14 y pierde solo en tres. (La Razón, 20 de agosto 2017).

“Al menos yo no conozco el contenido de la encuesta”, dijo Monreal a La Razón. “Hubiese preferido dos encuestas espejo, pero vamos a confiar”.

En realidad, los cuatro precandidatos saben, igual que todos los capitalinos, que la decisión será del presidente de Morena, Andrés Manuel López Obrador.

Cómo inducirá o leerá la encuesta López Obrador, no lo sabemos. Estamos ante el nacimiento de una nueva institución que habrá que bautizar como el dedo demoscópico.

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