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“Nos complace que Mr. Trump no haya seguido adelante con su plan de suicidio al retirarse del NAFTA, pero la evidencia pública indica que el nuevo acuerdo es mucho peor”, refirió el Wall Street Journal en su nota editorial.

¿Mucho peor? Hay que recordar que Donald Trump se jactó de que había logrado un acuerdo increíble. En su país lo critican por los dos flancos, liberales y conservadores.

Le costará empleos a Estados Unidos, dijo Mickey Kantor, que fue representante comercial en la administración Clinton, “lo que está haciendo Trump es desplegar una filosofía política, más que crear empleos”. Desde las filas de su propio partido, el senador republicano Ben Sasse expresó: “Esto parece un retroceso respecto al NAFTA, otorgaría más poder a los gobiernos que a los mercados para determinar los componentes en automóviles y otros bienes”.

La recepción en Estados Unidos del bilateral con México está siendo muy fría. El Business Round Table, que aglutina a CEO, expresa preocupación por el debilitamiento de los mecanismos de protección de las inversiones y la limitación del acceso a los procedimientos de resolución de disputas entre empresas y Estado, “un buen acuerdo debería expandir el comercio con México y Canadá, no limitarlo”.

Predomina en los análisis y comentarios la sensación de que Donald Trump hizo demasiado ruido y lastimó demasiado la relación con los aliados para conseguir muy poco. Hay críticas por el distanciamiento que la estrategia de negociación ha provocado con Canadá, un aliado fundamental en cuestiones militares y de seguridad, además de un viejo socio comercial.

Los expertos muestran escepticismo por el impacto que el acuerdo podría tener en la economía de Estados Unidos, “no esperamos que el acuerdo revisado tenga un impacto macroeconómico significativo, en caso de que vaya a tener algún impacto”, indica un reporte de Goldman Sachs. “No veo cómo las cosas podrían cambiar de fondo, para bien… no veo que vaya a haber grandes cambios”, dijo Kristin Dziczek, del Centro de Investigaciones de la Industria Automotriz.

Frialdad, molestia y escepticismo. Una recepción de este tipo en la opinión pública puede ser un problema para lograr la aprobación del acuerdo, cuando llegue el momento de la discusión en el Capitolio. El Legislativo de Estados Unidos suele ser un campo de batalla cuando el comercio exterior es la materia de discusión. El proceso de aprobación del TLCAN a principios de los 90 es una prueba de ello.

Ahora el Congreso es dominado por los republicanos, pero es muy probable que los demócratas recuperen el control, luego de las elecciones de noviembre. Ésta es una de las razones por las que el calendario cuenta. Hay prisa por lograr que Canadá se sume al acuerdo en esta semana, porque así se “garantizaría” que lo aprobaría una mayoría republicana, en teoría disciplinada respecto al presidente Trump.

He hablado de la recepción del acuerdo bilateral en Estados Unidos porque me llama la atención la vitalidad de la discusión de los temas económicos en el país vecino. Allá la economía se discute con la pasión que en México despiertan los partidos de la Selección Mexicana. Pronto me ocuparé de la discusión en nuestro país. Aclaro que aquí las cosas son diferentes. El futuro del TLCAN compite con la información sobre el bebé de Ximena Navarrete; las nuevas fotos en Instagram de una chica del clima y la dosis diaria de información sobre la delincuencia común.