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La brecha entre las tasas de corto y largo plazo en Estados Unidos se ha venido reduciendo drásticamente. El diferencial entre la tasa que paga el bono del Tesoro a 10 años y la del bono a dos años es menor a un cuarto de punto porcentual, su nivel más bajo desde agosto del 2007.

Este fenómeno, que se conoce como el “aplanamiento de la curva” se ha venido dando porque los incrementos en la tasa de fondeo que fija la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos no han sido acompañados de movimientos al alza de la misma magnitud en el mercado de tasas de largo plazo.

Entre diciembre del 2016 y agosto de este año, la tasa objetivo de fondeo fijada por la Fed se ha incrementado en seis ocasiones, pasando de 0.25 a 1.75 por ciento. En el mismo periodo, la tasa que paga el bono del Tesoro de dos años en el mercado pasó de 0.80 a 2.63 por ciento. Sin embargo, la tasa que paga el bono del Tesoro a 10 años únicamente se incrementó de 1.80 a 2.87 por ciento.

Aunque la tasa del bono a 10 años llegó a superar 3% a principios del 2014 y nuevamente en mayo de este año —alcanzando un máximo de 3.11%— durante las últimas tres semanas hemos visto un incremento importante en la demanda de este instrumento, que ha llevado la tasa a 2.87 por ciento.

Tomando en cuenta que el mercado anticipa que la Fed realizará cuando menos dos incrementos, de un cuarto de punto cada uno, en la tasa objetivo durante lo que resta del año, existe una alta probabilidad de un mayor “aplanamiento” de la curva e incluso la posibilidad de tener una curva invertida, donde la tasa es más alta para los instrumentos de corto plazo que para los de largo plazo.

Es importante seguir este fenómeno porque la última vez que hubo un aplanamiento de la curva de esta magnitud —en el tercer trimestre del 2007— los mercados accionarios en Estados Unidos marcaron un máximo histórico a partir del cual comenzaron un fuerte declive que llegó a su punto más bajo en marzo del 2009.

Tradicionalmente, el aplanamiento de la curva puede ser interpretado por los mercados como presagio de recesión. En esta interpretación tradicional, la recesión es provocada por los incrementos en la tasa objetivo de corto plazo por parte de la Fed.

Aunque una curva plana no siempre es un indicador consistente de una futura recesión, una curva invertida sí representa una señal contundente de recesión, incluyendo la del 2001 y la Gran Recesión del 2008-2009. Aunque en la actualidad resulta poco probable imaginar un escenario de curva invertida, es importante tratar de entender qué señales nos arroja el evidente aplanamiento de la curva.

La aceleración en el crecimiento económico, observada en el segundo trimestre en Estados Unidos, impulsada por los recortes en los impuestos y el incremento en el gasto público, hace muy difícil pensar en una recesión inminente. Sin embargo, el aplanamiento de la curva podría estar manifestando cierta preocupación por parte del mercado de que, en el mediano plazo, la Fed podría estar descarrilando la aceleración con su plan de seguir incrementando la tasa de fondeo.

Ante este cuestionamiento, el presidente de la Fed, Jerome Powell, ha comentado que el aplanamiento de la curva no es presagio de una recesión en el contexto actual. Powell señaló que parte de la razón por la cual las tasas de largo plazo no han aumentado en la misma magnitud que las tasas de corto plazo se debe al fuerte incremento en la demanda de bonos del Tesoro a 10 años como instrumento refugio ante el incremento en los niveles de aversión al riesgo generados por la escalada en las tensiones comerciales a nivel internacional.

Asimismo, Powell señaló que las tasas de largo plazo se mantienen bajas porque el mercado no espera brotes inflacionarios importantes gracias a que la Fed está actuando con un enfoque preventivo y gradual.

En la opinión de este columnista, es probable que antes de ver una recesión, veamos un repunte en las tasas de interés de largo plazo, sobre todo si la aversión al riesgo generada por las tensiones comerciales comienza a ceder o si la economía americana comienza a dar señales de mayores presiones inflacionarias.