Elecciones 2024
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Ayer a las 5:30 de la mañana hubo una reunión de AMLO con su equipo para definir la estrategia a seguir, con los resultados de la encuesta en la mano. No hubo gran discusión porque la gran decisión estaba tomada: cancelar Texcoco. Sí hubo deliberación sobre el tipo de mensaje que se emitiría a lo largo del lunes. Los miembros del equipo económico, encabezados por Alfonso Romo, fracasaron en su intento de convencer al próximo presidente sobre la necesidad de emitir señales que sirvieran para tranquilizar a los empresarios y a los mercados.

Se propuso y rechazó postergar el anuncio de la cancelación del aeropuerto en Texcoco. Para AMLO era más importante afirmar su mando político y su compromiso con los que lo eligieron que la conciliación con el sector empresarial. No era el momento de mostrar debilidad ni de tender la mano. En su ánimo pesó el discurso del presidente de la Coparmex, del domingo por la noche. No le gustó nada.

En su cálculo, no había gran riesgo en la posible reacción de los mercados. Después de todo, los agoreros del desastre se equivocaron una y otra vez en la campaña. No hubo volatilidad ni caídas en los mercados. Por el contrario, el tipo de cambio del peso se fortaleció después de su triunfo y la divisa mexicana había sido la de mejor comportamiento frente al dólar, entre las monedas de países emergentes. ¿Por qué iba a ser diferente, en el caso del anuncio del nuevo aeropuerto?

AMLO menospreció a los mercados. En su radar no estaba una jornada como la de ayer: es el peor día para el peso desde el que siguió a la elección de Trump; el desplome de la Bolsa mexicana es equivalente a 18,000 millones de dólares en valor de capitalización y baja en la calificación de los bonos del aeropuerto.

¿Hará algo para calmar a los mercados? Por sus comentarios en la rueda de prensa, podemos suponer que no. Él entiende la obligación de dar explicaciones y opciones a los empresarios que tienen contratos en Texcoco, pero no parece interesado en dedicarles mucho a los inversionistas que operan en los mercados financieros ni a los analistas de las calificadoras. Espera que la volatilidad pase, como si fuera una nube negra o una pesadilla.

¿Qué hará si la turbulencia sigue? Al gobierno del presidente Peña le corresponde actuar en los próximos 32 días. De AMLO se espera una comunicación que no siembre tempestades en los mercados. Si falla en eso, su gobierno sería uno de los principales perjudicados. ¿Reaparecerá el AMLO pragmático?