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No se confundan: la prioridad es la estabilidad. El alza de tasas de interés y el recorte del gasto público apuntan a cumplir ese objetivo. Los doctores Carstens y Videgaray han recetado una medicina fuerte que tendrá efectos secundarios. Apostar por la estabilidad tendrá un costo en forma de menor crecimiento económico, pero eso es secundario ahora. El tipo de cambio estaba fuera de control y el equilibrio de las finanzas públicas, bajo presión, por la baja en el precio del petróleo.

¿Es una mala noticia?, preguntaba Eduardo Ruiz Healy en su programa de radio. La respuesta simple es No, la malas noticias ya ocurrieron. La depreciación descontrolada del peso y la caída del precio del petróleo habían convertido el arranque del 2016 en una mezcla de montaña rusa y casa de los espantos. Las decisiones anunciadas son la respuesta a ellas. Son dos inyecciones para atacar el malestar, o cuando menos algunos de sus síntomas.

La aplicación de inyecciones es dolorosa. ¿Había alternativas? No muchas. El alza de las tasas de interés implica el reconocimiento de que las otras estrategias para ordenar el mercado cambiario no estaban funcionando. Las subastas de dólares implicaron un descenso superior a los 33,000 millones de dólares en las reservas del Banco de México. El recorte del gasto público es un esfuerzo por mantener el equilibrio en las finanzas públicas, en momentos en los que su principal contribuyente esta en crisis. En vez de recortar, el Gobierno podría subir impuestos o incrementar el endeudamiento. Esas no son opciones.

Las inyecciones tuvieron efecto inmediato y tendrán efectos de mediano plazo. La revaloración del peso en casi 3% es lo más positivo. Queda por ver el comportamiento del tipo de cambio en los próximos días. Entre los efectos que se manifestarán en las próximas semanas es el incremento en el costo de los créditos. ¿Cuánto subirán las tasas de la banca comercial? Dependerá mucho de las estrategias de los bancos. Lo bueno es que hay competencia.

El recorte en el sector público recaerá principalmente en Pemex. La baja en su presupuesto de 100,000 millones debe sumarse al recorte de 50,000 millones del año pasado. Se cancelarán proyectos de inversión y se eliminarán plazas de trabajo. Pemex deberá achicarse. Habrá un impacto en el ecosistema que vive de la petrolera. Se dejará sentir con fuerza en los proveedores y en las regiones que viven de la actividad de Pemex.

Last, but not least, una reflexión sobre las formas de la comunicación de la política económica. Si la forma es fondo, como dijo don Jesús Reyes Heroles, es una buena señal el hacer el anuncio en forma de presentación conjunta entre la Secretaría de Hacienda y el Banco de México. Refleja un afán de coordinación entre las dos grandes capitanías de la política económica. Esta coordinación es crucial en los tiempos que vivimos. México no puede darse el lujo de que el secretario de Hacienda y el gobernador del banco central no trabajen en la misma sintonía, por asuntos de egos o por un malentendimiento de lo que significa la autonomía del Banco de México. La situación es complicada, por las presiones que vienen de afuera y por las vulnerabilidades que tiene nuestra economía. La medicina es severa, pero no se confundan: En estos momentos, la prioridad es la estabilidad.