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Mañana celebraremos que hace 526 años, el Almirante Cristóbal Colón, descubrió —sin tener idea del lugar que encontró— el continente americano. En realidad, lo que don Cristóbal prometió a los patrocinadores de su viaje, los Reyes Católicos, fue encontrar una ruta más directa para llegar a las Indias (Asia). Aquí surge un símil entre don Cristóbal y el sexenio de Enrique Peña Nieto, que al empezar su administración no sabía adónde iba, ahora que ya casi termina no sabe adónde llegó y todo lo hizo con dinero prestado.

Quiso el destino que a los dos meses y diez días de navegar, después de varios amagos de motín de la tripulación, la flota al mando de Colón se topara con la isla Guanahaní, que él bautizó como San Salvador y que forma parte del Archipiélago de las Bahamas, ubicado al Norte de lo que hoy son Cuba, Haití y República Dominicana. Resulta paradójico que el primer territorio del que tomó posesión el Almirante a nombre de los reyes de España, el 12 de octubre de 1492, suceso que dio origen, en la madre patria, a la celebración denominada día de la hispanidad, pertenezca desde el siglo XVII al Reino Unido. En la actualidad, y desde 1925, lleva por nombre isla Watling.

La biografía oficial de Cristóbal Colón dice que éste nació en 1451 en la —entonces— República de Génova (hoy parte de Italia). Otras biografías, nada más por joder, sitúan su origen en Portugal, en Cataluña, en el país Vasco, en Aragón, Castilla, Mallorca y hasta Galicia. Bueno, inclusive, se ha dicho que Napoleón Bonaparte mandó investigar si el Almirante había nacido, como él, en la isla de Córcega.

Haiga nacido donde haiga nacido —diría el clásico— lo cierto es que desde la pubertad fue hombre de mar. Practicando el oficio de marinero en diversas embarcaciones surcó el Mediterráneo y el Atlántico, innumerables veces tanto al sur como al norte. Tras un combate naval acaecido en el cabo San Vicente, al sur de la Península Ibérica, el 13 de agosto de 1476, su barco se incendió y Colón nadando llegó a tierra firme. Durante diez años vivió en Portugal, desde donde zarpó a diversos destinos: Islandia, Inglaterra y el archipiélago de Madeira. En 1479, contrae matrimonio con Felipa Perestrello, hija de una rica familia portuguesa y madre de su primogénito: Diego. Era la época en que los matrimonios duraban poco por las enfermedades, hoy duran poco por los divorcios. Felipa murió en 1485 de tuberculosis.

Un año antes don Cristóbal presentó su plan de circunnavegación a los portugueses, quienes lo rechazaron. Empecinado logró que en enero de 1486 doña Isabel y don Fernando, reyes de Castilla y Aragón, lo recibieran y escucharan su proyecto, el cual lo hicieron valorar por una junta de expertos y no como quería Colón que se hiciera una consulta ciudadana.

Fue hasta el 17 de abril de 1492 cuando se firmaron Las Capitulaciones de Santa Fe, un contrato entre los monarcas y Cristóbal Colón en donde entre otras cosas se le otorgaban al genovés, el título vitalicio y hereditario de Almirante de la Mar Oceánica; el título de virrey y gobernador en las tierras que descubriera; así como la décima parte de todas las riquezas obtenidas en la empresa. También le concedieron tres embarcaciones, las ya conocidas carabelas La Niña, La Pinta y La Santa María, y un presupuesto de dos millones de maravedíes (no era gran cosa si consideramos que el euro estaba a 54).

En la madrugada del 3 de agosto de 1492, la expedición formada por 90 hombres reclutados por los hermanos Martín Alonso y Vicente Yáñez Pinzón y comandada por Cristóbal Colón, salió del Puerto de Palos. El resto es historia.

Es importante resaltar la condición de viudo, es decir de soltero del Almirante que aunque tenía una amante joven de 20 años en Madrid, se manejaba solo. Gracias a su soltería, como afirma el profesor José Alfonso Hernando, Colón pudo descubrir América; porque si hubiese tenido una esposa, ésta le hubiera dicho cuando se disponía a realizar su viaje: “¿Por qué tienes que ir tú? ¿Por qué no mandan a otro? Tú eres el más bruto. ¿Crees que el mundo es redondo? Estás loco o eres idiota. No conoces a mi familia y vas a descubrir el nuevo mundo. Ni siquiera sabes adónde vas. ¿Y sólo van a viajar hombres? Eso no me lo creo. ¿Por qué no puedo ir yo? Si como dices tú eres el jefe, llévame a mí. A mí nunca me llevas a ningún viaje. Ya no sabes que inventar para estar fuera de casa. Si sales por esa puerta yo me voy a casa de mi madre. ¿Y quién es esa tal María que pinta y que dices que es una niña? Todo lo tienes planeado. Te quedaste de ver con esas putas indias. ¿Que la reina vendió sus joyas para que viajes? Me crees tonta o qué. A saber lo que tienes que ver con esa tía. No permitiré que vayas a ningún lado. Siempre te las arreglas para dejarme sola. No va a pasar nada si el mundo sigue plano. Así que ni te vistas porque no vas”.

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En la vida hay que evitar tres figuras geométricas: Los círculos viciosos; los triángulos amorosos; y las mentes cuadradas.