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Ahí, donde ayer con bombo y platillo se inauguró una pista para uso del ejército en el aeropuerto de Santa Lucía, había funcionado por mucho tiempo y hasta principios de este gobierno… una pista militar.

Mientras tanto, en ese sitio donde este gobierno estaría a pocos meses de inaugurar uno de los aeropuertos más modernos y funcionales del mundo, en Texcoco, lo que hoy queda es una obra civil abandonada y una enorme deuda que se tendrá que pagar durante varias generaciones.

La cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), que llevaba un avance cercano a 40%, es uno de los errores más costosos de este gobierno.

El costo económico es muy alto, por más que se mienta con el juego de los millones. Todas esas cantidades exorbitantes de las que habla la 4T que se ahorraron con el parche al aeropuerto militar de Santa Lucía, sólo se sostienen en la imaginación de los que hicieron de este enredo una obsesión personal.

Pero más allá de los altos costos de este parche al aeródromo militar, más allá de lo lejos y lo inoperante que será este aeropuerto que construye el ejército en Zumpango, Estado de México, lo más oneroso fue el mensaje de desconfianza que sembró el gobierno de Andrés Manuel López Obrador al arranque de su gobierno.

La cancelación del NAIM fue, para no pocos empresarios, la advertencia a tiempo de lo que venía para el país y entonces prefirieron guardar la cartera y posponer sus inversiones para otros tiempos o bien para otros destinos. Ya después la pandemia se encargó del resto con el derrumbe de las inversiones en México.

El aeropuerto de Santa Lucía, o Felipe Ángeles, es un desplante de poder, fue la primera muestra del estilo de gobernar que después se replicó con la planta de Constellation Brands en Mexicali, donde con otro acto autoritario también se acabó con una inversión multimillonaria a punto de iniciar operaciones.

Es el mismo modelo para el sector eléctrico, donde una decisión ideológica busca ahora acabar por la vía de la iniciativa preferente con miles de millones de inversiones ya realizadas. El desplante visible, el mensaje del uso del poder, vino en aquella ocasión en que un aerogenerador en La Rumorosa molestaba la vista del presidente López Obrador en ese paisaje de Baja California.

Con la ceremonia de reinauguración ayer de la pista militar en Santa Lucía arranca la temporada de cortes de listón de las obras faraónicas del actual gobierno. Hay que ver el despliegue que tuvo esa información en no pocos medios de comunicación y en las redes sociales, fue más espectacular la cobertura propagandística que la modesta instalación militar inaugurada.

Ese aeropuerto está condenado al fracaso en cuanto a su uso comercial, como lo está la refinería de los pantanos de Tabasco y el tren aquel que se construye devastando la selva en la península de Yucatán.

El tiempo demostrará su fracaso como obras de infraestructura, pero todas estas construcciones quedarán como las muestras del enorme poder incuestionable del presidente López Obrador en estos tiempos. Eso será lo que a través de los años nos recuerden los enormes elefantes blancos de la 4T.