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El que 70 policías capitalinos bastaran ayer para vigilar a los encapuchados que caminaron hacia Ciudad Universitaria para vandalizar los exteriores de Rectoría refleja la ínfima representatividad de los promotores de paro en escuelas y facultades de la tumultuaria Universidad Nacional Autónoma de México.

Al amanecer de ayer (entre cinco y media y seis de la mañana), una treintena de gente embozada y vestida de negro (presumiblemente mujeres) intentó la toma del edificio de Derecho, pero cristalizó el oportuno llamado del director a su personal porque los madrugados fueron los ofensivos y violentos asaltantes.

Contra el prejuicio obvio y a veces fundado, lo que está sucediendo no parece tener más titiriteros que los pancheros que suelen enquistarse en los planteles y pretextan lo que sea con tal de protagonizar un falso 68.

Los paros en Filosofía y Letras, Ciencias Políticas y Sociales, así como en las preparatorias 2, 3, 5, 6, 8, 9 y el plantel Azcapotzalco del CCH afectan sin embargo a unos 70 mil estudiantes.

Pioneros del desmadre y con la coartada cierta de la inseguridad y la violencia de género, los paristas de Filosofía y Letras cerraron el plantel desde el 4 de noviembre, a pesar de que las autoridades aceptaron sus demandas, con excepción de aplicar expulsiones con el mero señalamiento mediante denuncias anónimas.

Cada uno de los paros ha sido impuesto por puñados de personas ajenas a la voluntad mayoritaria de la población escolar. Mujeres Organizadas se denomina el grupo de Filosofía y Letras y Asamblea Separatista la de Ciencias Políticas, negadas a decidir en acuerdo democrático con las comunidades estudiantiles.

La UNAM condena estas acciones unilaterales y de fuerza. Por lo pronto llamó a los preparatorianos de la 9 a tomar clases en el Colegio Latinoamericano de México de manera escalonada (el sábado empezó para los de sexto año, a partir de ayer los de cuarto y este miércoles los de quinto año).

Mucho se especula sobre “la mano que mece la cuna” y algún plan gestado, bien por “funcionarios” de la propia UNAM o “desde afuera” para “desestabilizarla”, pero quizá se trate solo de los pequeños grupos contestatarios que suelen estar enquistados en casi todos los planteles, y que en la inseguridad y el acoso a jovencitas vieron una oportunidad para hacerla de tos.

El problema para el rector Enrique Graue y su equipo, así como de las autoridades en cada escuela o facultad saboteada, es “negociar” sin que se sepa con quiénes, pero todo indica que entre los vándalos no figuran ocupantes del Justo Sierra o Che Guevara, rescoldos del protofascista CGH de hace 20 años, como tampoco darketos, punketos o cualquier otra banda delincuencial identificada como “anarquista”.

Quienes pretendieron conquistar la Facultad de Derecho delataron su estulticia: ninguna o ninguno siquiera estudia allí…