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Dicen que el que busca, encuentra. Y la realidad es que en México no se busca de forma intensiva a potenciales portadores de la enfermedad Covid-19, provocada por el coronavirus SARS-CoV-2.

Algunos estados del país iniciarán la aplicación de pruebas de detección por su propia cuenta, porque a nivel de la autoridad federal, no se aplican más de 111 pruebas al día, para una población de más de 130 millones de habitantes.

Corea del Sur, con 50 millones de habitantes, aplica diariamente más de 15,000 pruebas. No por otra cosa, sino porque atienden a la recomendación de la Organización Mundial de la Salud de hacer pruebas, pruebas, pruebas.

Si hay una subestimación de casos, entonces, la estrategia recién implementada de la fase 2 de contagios partió de datos incompletos. Por lo tanto, puede fracasar.

En la parte económica sucede algo similar. El presidente Andrés Manuel López Obrador dice que su gobierno tiene 400,000 millones de pesos de un guardadito, producto del combate a la corrupción y el final de los gastos suntuarios, que usará para sus programas “del Bienestar”.

Presume el presidente un “presupuesto sin déficit”, una buena recaudación y su guardadito que, de acuerdo con sus cálculos, alcanza para compensar la caída en los precios del petróleo y mantener sus programas asistencialistas.

Y para las casi 4 millones 200,000 micro, pequeñas y medianas empresas que hay en el país, lo que habrá, según el presidente, es dinero prestado. Que podría ser sin intereses, pero que sólo alcanzará para 1 millón de estos negocios de menor tamaño.

De aplicar estímulos fiscales, de tener una política de respaldo vía reducción o quita de impuestos, ni una palabra. Nada para las empresas que son las que generan la mayor parte de los empleos en este país.

A lo más que pueden aspirar, con ese supuesto guardadito que tiene el presidente, es a que les presten dinero para que sigan pagando sus impuestos, aunque no generen riqueza durante algún tiempo.

El presidente y su 4T se guían por creencias, por ideas preconcebidas que es muy difícil que López Obrador pueda cambiar. Así como se resiste, hasta la fecha, al confinamiento para evitar contagios del Covid-19, porque le recuerdan la pandemia del AH1N1 y la manera como la enfrentó Felipe Calderón.

Así, para López Obrador hablar de apoyos fiscales para las empresas al borde de la quiebra, le remiten a sus ideas fijas del rescate bancario, el Fobaproa, los neoliberales y todas esas imágenes que tiene tatuadas en su imaginación.

Por eso es que lo más que puede hacer por los empresarios es prestarles dinero, tengan o no para pagar. Pero nada de incentivos fiscales, porque desde su estrecha visión, ése es dinero que se tiene que dar a los pobres.

A las evidencias de un manejo subestimado de la crisis sanitaria, se suma una terrible reacción ante la recesión que ya afecta a nuestro país.

No seremos los únicos en el mundo en esa condición económica. Pero con esta pobre visión es posible asegurar que México será de los que más bajo caigan y de los que más tarden en salir de esa situación.