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Del lado más turbio del cristal con el que se puede ver la inflación del pasado mes de septiembre está la certeza de que el Índice Nacional de Precios al Consumidor se ha mantenido prácticamente todo el año por arriba del nivel tolerado por el Banco de México y varias quincenas por arriba de 6% en términos anuales.

Se puede atizar el fuego con las mediciones de los subíndices de la inflación que registran algunos dos dígitos en su medición anual, como el que mide la inflación del transporte que tiene un registro en comparación con septiembre del año pasado de 10.37 por ciento.

Los alimentos y bebidas tienen una inflación anual de 8.71% y dentro de ese subíndice, las frutas y verduras una inflación anual de 18 por ciento.

Si se le echa gasolina a la noticia inflacionaria, ahí están los precios de los energéticos y su aumento de más de 15 por ciento.

Ahora, si se quiere ver con un cristal más optimista habría que ver que la medición mensual es más baja que durante los dos meses previos. En términos mensuales, la de septiembre de este año es la más baja para un noveno mes desde el 2011.

El dato que parece favorecer más las expectativas de quien calcula una reversión de la burbuja inflacionaria la encontramos en los precios al productor, cuyo principal indicador viene de niveles de más de 9.8% durante el primer trimestre hasta 4.5% durante septiembre pasado.

Evidentemente que la inflación general va más allá de un simple traspaso de costos, los factores subjetivos ya tienen influencia en los precios, por ejemplo, en muchas revisiones salariales. Sin embargo, la economía no está tan dinámica como para tolerar esos aumentos.

El mercado laboral ha tenido un desempeño superior a las tasas de crecimiento económico, pero en determinados niveles salariales la oferta de empleo se mantiene muy baja.

La confianza del consumidor ha tenido un repunte pero quizá no lo suficientemente sólido como para soportar incrementos en determinados precios de la economía. Al menos los precios al mayoreo del sector agropecuario son de los que mayor estabilidad han logrado hasta el momento.

Entre lo bueno, lo malo y lo feo de la inflación no parece haber posibilidades de que se logre una convergencia con la meta oficial de 3% en el corto y mediano plazos. Al menos se ve que muchos precios habrían ya tocado un techo y que si no hay algún imponderable deberían iniciar un proceso de estabilidad durante los dos próximos trimestres.

Al actual gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, le queda por conocer un solo reporte inflacionario mensual y dos reuniones de política monetaria.

Ya no le tocará a Carstens sino al siguiente gobernador del banco central encabezar las decisiones del próximo año. Por ahora no parece ser que, aunque llegue una paloma a la principal silla del banco, se pueda aflojar el costo del dinero por algún tiempo.

Así que la inflación de septiembre no se ve tan mal como incluso esperaba el mercado, pero todavía lejos de lo que estimaban habría de ocurrir para este último trimestre del año.