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Estamos más globalizados que nunca; podemos pescar una pulmonía aunque a Estados Unidos no le dé gripe. El dragón tiene suficiente fuerza en los pulmones.

China tiene gripa. El peso ha pescado un catarrito. Los estornudos y ataques de tos del dragón son tan fuertes que llegan hasta México y afectan la divisa mexicana. Si les sirve de consuelo, no estamos solos, las molestias se dejan sentir en todas las monedas de los países emergentes.

La inminente alza de tasas de la Reserva Federal ha dejado de ser el factor principal en la depreciación de las divisas. China es ahora el detonador. “Las noticias recientes relacionadas (con China) están alimentando el sentimiento de aversión al riesgo. Esto es muy duro para las divisas de los mercados emergentes”, dice Jens Nordvig, director de análisis de divisas de Nomura, el grupo financiero japonés.

Aversión al riesgo es el concepto que los analistas utilizan para explicar el movimiento masivo de capitales hacia “refugios de valor”, países como Estados Unidos o Suiza, que tradicionalmente actúan como imanes de capitales en tiempos de incertidumbre. Los mercados de renta fija de Estados Unidos o Suiza no ofrecen rendimientos positivos, pero garantizan estabilidad en momentos de volatilidad.

La presión sobre el peso y las monedas de otros países emergentes continuará en los próximos meses, porque la desaceleración de la economía china es una tendencia de largo plazo y las turbulencias en los mercados bursátiles de China tampoco desaparecerán. Las caídas en Shanghai y Shenzhen no están relacionadas directamente con la baja en el crecimiento chino. Son expresión de una política estatal de promoción de la inversión en Bolsa que ha empezado a demostrar fisuras. La suma de estos dos “temas” más la preocupación por la burbuja en el mercado inmobiliario chino acentúan la percepción de que el dragón no goza de plena salud.

El PIB de China está proyectado para crecer en el 2015 en torno a 7 por ciento. Esta cifra es envidiable para el resto del mundo, pero insuficiente para mantener a China en su papel de locomotora del crecimiento mundial. La manifestación más clara de esto es la reducción de la demanda de materias primas, que se deja sentir en Australia, Brasil, Chile, Indonesia, Nueva Zelanda… México.

China sostuvo por cinco lustros tasas de inversión equivalentes a 40% de su PIB. En el futuro, dedicará menos recursos a inversión y más al desarrollo del mercado interno. Ése es el nuevo modelo que ha esbozado Pekín y tendrá impacto en los mercados mundiales de materias primas. El oro está en su menor nivel de cinco años. Cobre, níquel, aluminio y hierro se encuentran en mínimos desde el 2009. Algo similar ocurre con el petróleo, aunque en el oro negro, el consumo chino pesa menos que otras variables geopolíticas.

La caída en el precio de los commodities genera una presión en las finanzas de los países productores, acostumbrados a recibir ríos de divisas por exportaciones. Esto debilita la balanza de capitales y refuerza el sentimiento de aversión al riesgo de los inversionistas. Pega en el valor de las divisas: peso mexicano, colombiano o chileno, real brasileño, rupia de Indonesia, lira de Turquía, bolívar venezolano, entre otros.

Estamos más globalizados que nunca. Eso quiere decir que podemos pescar una pulmonía aunque a Estados Unidos no le dé gripe. El dragón tiene suficiente fuerza en los pulmones para hacer llegar sus estornudos hasta México. ¿No sienten esa brisa caliente?