La manera en que México resuelva el reto de producir y distribuir más energía eléctrica determinará en parte qué tipo de país seremos en el futuro
CFE tiene más futuro que Pemex, entre otras cosas porque la electricidad está llamada a ser más importante que el petróleo. Por eso es tan relevante la discusión sobre el futuro del sector eléctrico en México. Allí estamos discutiendo el futuro, a secas.
La electricidad ahora representa la mitad que el petróleo en el consumo energético mundial. En el 2040, o quizá antes, su “rebanada” del pastel energético será más grande que la del petróleo, proyecta la Agencia Internacional de Energía. Mantendrá tasas de crecimiento muy elevadas como consecuencia del uso creciente de equipos que funcionan en base a electricidad en la casa, las oficinas, las fábricas y hasta en el campo. A esta tendencia contribuirá también la revolución en el transporte que implica la electrificación de los vehículos.
La manera en que México resuelva el reto de producir y distribuir más energía eléctrica determinará en parte qué tipo de país seremos en el futuro. ¿Podremos producir energía eléctrica de manera más limpia, menos contaminante? Esto es un asunto económico, medioambiental y de salud pública. El combustóleo es cancerígeno y el carbón daña los pulmones. El sector eléctrico vive una revolución tecnológica. “La energía renovable es cada vez mas barata que cualquier nueva capacidad de electricidad basada en combustibles fósiles”, dice un Informe de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA). Entre 2010 y 2019, la energía solar tuvo el mayor descenso de costos, 82%; la eólica terrestre registró un descenso de 39% y la eólica marina, bajó 29 por ciento.
El reto de producir energía eléctrica a partir de fuentes renovables tiene sentido económico, pero también es una obligación, con las futuras generaciones y con otros países. No hay manera de cumplir las metas para combatir el cambio climático sin tomar en serio el esfuerzo de transición energética. En Brasil y Chile, la generación con energía solar y eólica (viento) aumenta 17% cada año desde 2008. En los vecinos Canadá y Estados Unidos, 15 y 13%, respectivamente. México avanzaba a una tasa anual apenas superior al 10% hasta 2018.
¿Tendremos energía eléctrica a precios competitivos? Esto será clave para definir nuestra competitividad como país y un factor de presión (o alivio) para las finanzas públicas. La electricidad es más cara para las industrias en México que en Estados Unidos o en Canadá. En el caso de los hogares, los costos de producción y distribución son muy altos, pero se compensan con miles de millones de pesos en subsidios. Esto tiene sentido social, pero puede llegar a ser insostenible desde el punto de vista económico. La solución de fondo es corregir las ineficiencias de la CFE y desarrollar mercados verdaderamente competitivos.
¿Cómo entender la iniciativa de ley para la contrarreforma en el sector eléctrico? Estamos ante un plan que pretende hacer imposible competir con la mayor empresa eléctrica de México. Esta tendría a su favor el aparato del Estado y una voluntad política para cambiar las reglas del juego, tantas veces como sea necesario. En la visión de Manuel Bartlett y Rocío Nahle lo ideal es tener una CFE sin competidores privados significativos. Apuestan por un monopolio estatal y apelan a una nostalgia por un pasado dorado que nunca fue tal. En el camino, asumen el riesgo de espantar miles de millones de dólares en inversiones y tensar más la relación con Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea. Manuel Bartlett y Rocío Nahle están equivocados: lo mejor que le puede pasar a la CFE es tener grandes competidores, de esos que obligan a innovar y a mejorar en productividad y en servicio al cliente. La CFE tiene mucho futuro, porque la electricidad será la energía de las próximas décadas. No necesita ser monopolio para crecer, lo más importante es un cambio de marco mental. Estamos en el siglo XXI, no en 1980.