Elecciones 2024
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La Junta de Gobierno del Banco de México está integrada por auténticos profesionales muy capaces de tomar las decisiones más complejas en materia de política monetaria, pero no son un monolito con una opinión unánime.

El problema es que, hasta hoy la comunicación del Banco de México con la sociedad limita el derecho de saber quién dice qué respecto a la condición económica y financiera del país.

Éste es un extracto de la más reciente minuta, la 58, de la reunión de política monetaria del pasado 12 abril: “Uno advirtió que esto podría dificultar la reducción de la inflación a su meta. Otro notó que, si bien las condiciones cíclicas de la economía sugieren que no existe holgura, en el margen éstas parecieran estarse relajando. La mayoría consideró que es fundamental evaluar de manera más profunda y precisa el comportamiento del mercado laboral y las condiciones de holgura en la economía”.

¿Quién dijo qué? Porque, al final, a pesar de estas posturas que son divergentes, derivaron en un voto unánime para mantener la tasa de interés en 7.5 por ciento.

Había en el mercado alguna expectativa de aumento en el costo del dinero, pero los anónimos banqueros centrales que argumentaron para elevar la tasa, votaron para dejarla igual.

No hay duda, ellos allá adentro, con todos sus conocimientos y con toda la información que tienen a su disposición, deciden en un sentido o en otro.

El argumento para mantener el anonimato es que de esa manera tendrían la libertad de opinar y actuar sin presiones.

El argumento en contra de esta condición de mantenerse como un tapado financiero es que sus opiniones deben ser sostenidas con rostro, nombre y apellido.

Ahora, el Banco de México ha dado un pequeño paso, muy importante, en pos de la transparencia. Pero no se animó a abatir de par en par las puertas de esas trascendentes reuniones.

A partir de la minuta 59 de la reunión de mayo tendremos la identidad revelada de cómo votan, por lo que parece entenderse del comunicado del Banco de México, y cómo piensan los integrantes de la Junta de Gobierno con derecho a voto.

Es de esperarse que, desde la página uno y hasta la última del documento, conoceremos el resumen de los argumentos de: Alejandro Díaz de León Carrillo, Roberto del Cueto Legaspi, Manuel Ramos Francia, Javier Eduardo Guzmán Calafell e Irene Espinosa Cantellano.

No debería esta transparencia provocar que alguno de ellos se sienta inhibido para expresar abiertamente sus opiniones, si es que realmente están convencidos de lo que argumentan.

De cualquier forma, la manera como expongan sus argumentos, los detalles de lo que dijeron y lo que callaron se mantendrá guardado con siete candados durante tres años.

La transparencia no alcanzó para tanto en el Banco de México y las transcripciones de las reuniones quedarán para el análisis histórico, no para las decisiones económico-financieras cotidianas.

Como sea, el Banco de México se consolida como una de las instituciones más ejemplares del país. Son de esas joyas que vale la pena tener cerca en momentos del oscurantismo político electoral.

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