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La inflación al productor ya deja ver efectos de traspaso del tipo de cambio.

Los mismos empresarios que hoy se quejan de lo caro que está el dólar y de lo mucho que les afecta en la determinación de los precios de sus productos son los mismos que mañana se van a quejar de lo altas que están las tasas de interés y lo mucho que les afecta el pago de sus créditos.

Es evidente que durante muchos años estos hombres de negocios, junto con los participantes de los mercados financieros y el resto de los agentes económicos gozaron de una condición excepcional de acceso a recursos baratos que se ofrecían a manos llenas buscando cualquier rendimiento superior al cero ofrecido en sus mercados de origen.

Nadie puede llamarse a la sorpresa de que el final de la política monetaria hiperlaxa de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) habría de generar incertidumbre por el aumento del costo del dinero.

Y tampoco hay sorpresa en saber que hay imponderables que afectan la confianza de los inversionistas. Así como la Primavera Árabe tuvo su impacto, lo tuvo la crisis griega y hoy le toca a la desaceleración china o al Brexit.

Pero no hay duda de que ante estos factores de influencia externa y global, el tamaño del impacto está marcado por cuestiones internas.

La depreciación que ha mostrado el peso frente al dólar, en especial este año, ha tenido el impacto global de aversión al riesgo, pero con un componente adicional de calificación y castigo de la situación interna.

Es evidente que le restan pesos y centavos a la cotización del peso la dependencia de los precios del petróleo, la situación financiera de Petróleos Mexicanos, los desbalances en las cuentas públicas, el crecimiento de la deuda pública, la perspectiva de un bajo crecimiento sostenido, la percepción general de bajo respeto al Estado de Derecho y la impunidad.

Es muy probable que Brasil o Colombia no sean sustancialmente mejores a México en muchas áreas financieras. En especial el gigante sudamericano que, entre otras calamidades, está en recesión.

Pero la diferencia es que esas naciones pagan mucho más por retener los capitales, por eso sus monedas son hoy más fuertes que el peso.

Parece difícil que el Banco de México pueda resistir mucho más las actuales tasas de interés. El mercado ya dejó muy claro que la confianza en México tiene un precio y hoy no lo están obteniendo.

La inflación al productor ya deja ver efectos de traspaso de la depreciación del peso frente al dólar a los precios y el banco central fue muy claro en decirle a la autoridad fiscal que las carencias en ese terreno se pagan con un costo más alto del dinero.

Independientemente de reaccionar a la Fed en su momento, hay factores internos que ya implican la actuación de la contención monetaria tan pronto como este mismo mes.

Así que los empresarios que acaban de quejarse de lo caro que está el dólar, empezarán pronto a reclamar lo caro que está el peso y cómo les afecta en sus créditos.