Elecciones 2024
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Vendrá una tregua, pero no habrá otra luna de miel. En juego está el combate a la corrupción, pero también una disputa por resolver quién manda en México.

¿Cómo será de aquí en adelante la relación entre el gobierno y la IP? La cancelación del evento de promulgación de las leyes anticorrupción abre un nuevo escenario. Todo parece indicar que la Ley 3de3 está muerta, en los términos que la aprobó el Congreso. Es muy alta la probabilidad de que el presidente haga un veto parcial, en términos muy parecidos a los que solicitaban los empresarios. ¿Sería esto un triunfo de la IP?

El equipo del presidente se resistía al veto por una razón muy simple: no querían que esta decisión reforzara la idea de debilitamiento del Ejecutivo. Hay un reconocimiento de que la versión final de la ley es un error, que polarizó la relación con los empresarios y no logró el reconocimiento de la sociedad. La creación de una fiscalía anticorrupción pasó inadvertida, así como la mayoría de avances que contienen el conjunto de leyes aprobadas. Los méritos y defectos del sistema nacional anticorrupción quedaron reducidos a la discusión sobre la versión final del “capítulo” 3de3. Sólo se dejó de hablar de esto por la tragedia de Nochixtlán.

La percepción de debilidad es algo que preocupa mucho a cualquier político, no digamos al grupo formado en Atlacomulco. Parecer débil es ser débil. Éste es un lujo que no se pueden dar los hombres del presidente frente a los empresarios, un colectivo que ha ganado mucho poder e influencia en las últimas dos décadas. Su apoyo es clave para ganar las elecciones y también para gobernar.

¿Cómo ejecutar el veto sin parecer débil? Este es uno de los dilemas que enfrenta Peña Nieto. Le quedan más de dos años de gobierno, en los cuales deberá contar con fuerza suficiente. La crisis de Oaxaca es un grito de alarma sobre los desafíos de gobernabilidad. El tablero económico está lleno de focos rojos: Estados Unidos se está desacelerando y empieza a pegar a la planta industrial mexicana; las finanzas públicas resienten la caída de los ingresos petroleros y la devaluación del peso empieza a pegar en los precios. Por si lo interno fuera poca cosa, tenemos el avance del sentimiento antimexicano en Estados Unidos.

La relación entre Peña Nieto y los empresarios no ha sido fácil, a pesar del bono de reconocimiento que le significaron las reformas estructurales. Al presidente se le da crédito por las reformas, pero hay dos heridas abiertas: una es la reforma fiscal y otra es la corrupción. Existe la percepción de que ha habido un incremento de la misma y que no hay interés real en combatirla. Los empresarios miran por primera vez con envidia a Guatemala. Ellos pudieron sacudirse a una cleptocracia.

En este contexto hay que situar los trabajos para crear el Sistema Nacional Anticorrupción. Significaban la oportunidad para encontrar una solución pactada a la crisis que abrieron los escándalos de corrupción. La IP fue uno de los agentes más activos en esta iniciativa, por su capacidad propositiva y, también, por su poder real. Su papel fue tan activo que generó el recelo de la clase política: “ustedes también tienen manchas”, fue su respuesta, infantil pero no fantasiosa. La 3de3 aprobada expresa con nitidez tal recelo y el afán de revancha.

¿Hay salida a la crisis? La reunión de anoche entre presidente y cúpula empresarial expresa la voluntad de encontrar un nuevo acuerdo. Vendrá el veto y una tregua, pero no habrá otra luna de miel. En juego está el combate a la corrupción, pero también una disputa por resolver quién manda en México.

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