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¿Les sigue molestando el asunto de la reforma financiera?, le pregunto como telón de la Convención Bancaria a Gabriel Casillas, director de Análisis Económico de Banorte. “Ya asumimos ese trago amargo”, responde. “Queremos darle carpetazo e irnos a lo que sigue para ver cómo le hacemos juntos, banqueros y gobierno, para crecer como país y colocar más crédito”.

Las palabras de Casillas no son las de todos los banqueros, pero el recién concluido encuentro de Acapulco dejó la impresión de que no quieren tensar las relaciones con la administración peñanietista, ni con el secretario de Hacienda Luis Videgaray.

Y el discurso del gobierno, expresado por el propio Videgaray, camina gustoso en ese sentido. Le dijo ayer en estas páginas a Rogelio Cárdenas Estandía: “Lo que percibí en la Convención Bancaria, en el ánimo de quienes toman decisiones en los bancos, es que claramente están listos para incrementar su actividad, generar crédito, más barato, para grandes proyectos de infraestructura y para el financiamiento de pequeñas y medianas empresas”.

De la mano de este cauteloso encendido de la pipa de la paz, la Convención Bancaria significó también una suerte de resurrección de Luis Videgaray. Apenas el 5 de febrero pregunté aquí si tenía futuro y cuántos días negros le aguardaban como torpedeado secretario de Hacienda que, además del escándalo de la casa de Malinalco, no conseguía destapar la economía y sabía que una larga fila de empresarios lo acechaban para cobrarle presuntos malos tratos y una indigesta reforma fiscal. Afirmé que la adversidad estaba afectando incluso su mítica concentración. Y que el pronóstico de viento en contra era de larga duración.

Mes y medio después, Videgaray parece estar de regreso. El Presidente no ha dado lugar para que se dude quién es su capitán en la tormenta económica. Y los escándalos, como el que trató de estallar el Wall Street Journal en plena convención de banqueros, porque supuestamente la constructora Higa había hecho un mal negocio en Malinalco, pierden viveza.

Acapulco enseñó que los financieros mexicanos no tienen problema en hablar y acordar con Videgaray. Y nada indica que en el extranjero las cosas pinten distinto. Sería ingenuo afirmar que le ha dado la vuelta al episodio que lo convirtió en símbolo de oprobio, pero hoy luce más fuerte que a principio de año.

—¿Vieron a un secretario de Hacienda fuerte? —me despido de Gabriel Casillas.

—Sin duda. Fortalecido, buscando alianzas para que el país crezca. Sí vimos un cambio. Ya no vimos un monólogo, sino un diálogo. Yo te diría que los banqueros nos fuimos con un muy buen sabor de boca de Acapulco. 

MENOS DE 140. Felicidades y el mayor de los éxitos a EL UNIVERSAL TV. Puede, debe marcar un antes y un después.

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