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Durante la pasada reunión de toma de decisiones de política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), se dio una votación unánime para dejar las tasas de interés en ese momento sin cambios.

No había sido la constante durante las reuniones anteriores, porque es bien sabido que al interior del Comité de Mercado Abierto hay algunos halcones que son más propensos a dormir tranquilos si sueñan que el dinero es caro y con eso se curan en salud de cualquier presión futura.

Pero no fue así. Entre el mal dato de creación de empleos de mayo y la puntada de los británicos de creerse un planeta aparte, lejano de Europa, fueron razones más que suficientes para dotar al mercado de algo de calma con esa unanimidad.

Y no sólo eso, con ese discurso que va y viene de poner atención a los factores externos a la economía estadounidense. Aunque claro está que la suerte del Reino Unido es lo más cercano a un asunto local de Estados Unidos.

Esta semana hay reunión de política monetaria en Estados Unidos y prácticamente nadie piensa que de este encuentro de verano pudiera derivarse un aumento en el costo de los dólares.

Hay quien todavía apuesta a que lo prudente sería una reducción en el costo del dinero, lo que no deja de ser simplemente un alocado sueño de verano.

Pero más allá de que sería una verdadera sorpresa cercana a la catástrofe que subieran la tasa de interés, lo interesante es ver si los datos más recientes del comportamiento económico hicieron alguna mella en el ánimo dovish de los banqueros centrales estadounidenses.

Al menos las cifras del empleo mejoraron de forma notable durante junio. Y más allá de los ajustes estadísticos necesarios entre los datos de los meses cinco y seis, hay que darle crédito al dinamismo económico estadounidense que se mantiene.

Si este dato y otros tantos que hablan de un crecimiento moderado en la economía más grande del mundo, sumado a la tensa calma y los largos tiempos que vienen por delante para que se concrete el Brexit, podría haber uno o más banqueros que se pronuncien por elevar la tasa de interés.

Los halcones de la Fed ahí viven y no van a cambiar, es posible que no se pueda mantener la unanimidad. Pero si el tono del comunicado de la Fed deja lo suavecito para retomar alguna que otra frase hawkish, podría regresar a los mercados al punto inmediato anterior de creer en aquello de dos aumentos antes de que termine el año.

Podría entorpecer esa fiesta que traen las bolsas con máximos históricos que tienen pocos tonos de racionalidad y otra vez veríamos ese tipo de movimientos que a quien peor le caen es a los mercados emergentes.

Sabemos que diga lo que diga la comunicación de la Fed habrá de afectar el ánimo de los mercados. Es parte de su naturaleza. Pero la dirección de las palabras de los banqueros centrales estadounidenses siempre implicará el movimiento de enormes cantidades de recursos en una u otra dirección. De ahí lo emocionante de leer ese comunicado de política monetaria.