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Con el acuerdo para recortar la producción de petróleo alcanzado por los miembros de la OPEP el 29 de septiembre, el precio del petróleo Brent ha superado, de nuevo, la barrera de los 50 dólares por barril. Bajo dicho acuerdo, los 14 países miembros de la OPEP se comprometieron a formalizar un recorte de aproximadamente 700,000 barriles diarios en la reunión de la OPEP del 30 de noviembre en Viena.

Aunque el recorte es equivalente a menos de 1% de la producción global de crudo, el acuerdo muestra un importante cambio de postura, ya que desde que los precios del crudo comenzaron a bajar en el 2014, la OPEP había sido totalmente renuente a establecer límites a la producción para intentar estabilizar los precios.

Para los principales observadores de mercado, la pregunta clave consiste en distinguir si esta decisión de la OPEP es simplemente un alivio temporal o si representa un hito a partir del cual se establezca un soporte firme en los precios, que contribuya a generar un entorno conducente a precios más cercanos a los 60 dólares hacia finales de este año.

Para responder esta pregunta es necesario analizar la situación en la cual se encuentran los cuatro factores fundamentales que han dominado la discusión de precios bajos durante los últimos dos años: i) la disminución en el ritmo de crecimiento de la demanda de crudo debido a la desaceleración de los principales consumidores de petróleo a nivel global; ii) el aumento en la oferta de crudo por parte de países no miembros de la OPEP (principalmente Estados Unidos a raíz del boom del shale oil); iii) la decisión de la OPEP de no racionar su nivel de producción, y iv) la fuerte apreciación del dólar.

El primer factor, la demanda de crudo a nivel global, no ha tenido variaciones importantes en los últimos meses y no se anticipan cambios sustanciales en el corto plazo. En cuanto al segundo factor, el aumento en la oferta de petróleo fuera de la OPEP, sí hemos visto cambios que se hacen cada vez más evidentes. El nuevo entorno de precios se ha encargado de desatar un proceso de destrucción de oferta que ha tomado tiempo en reflejarse en el mercado. La principal disminución en la oferta ha venido de las fuentes de producción con costos más altos como el shale oil en Estados Unidos. La producción de crudo en Estados Unidos ha registrado una disminución importante de un pico de 9.7 millones de barriles diarios en mayo de este año, a 8.5 millones de barriles diarios en la lectura más reciente (7 de octubre), su nivel más bajo desde julio del 2014 (esta reducción de 1.2 millones de barriles es 70% mayor a la anunciada por la OPEP).

Sin embargo, esta tendencia decreciente en la producción en Estados Unidos podría cambiar si los precios del crudo se mantienen por arriba de los 50 dólares, ya que podría haber una reactivación gradual de la producción en algunos yacimientos de shale oil. En cuanto al punto iii), el reciente acuerdo por parte de la OPEP, de ser respetado, será un claro parteaguas en la estrategia de la organización que aglomera a los países más influyentes y con costos de producción muy bajos como Arabia Saudita.

Aunque los acuerdos de recortes son difíciles de implementar y monitorear, además de que existe el riesgo de que otros países, como Irán, compensen la reducción de la oferta por parte de la OPEP, el mensaje importante es que el deterioro en las finanzas públicas de países miembros de la OPEP establece un incentivo robusto para que los recortes se respeten.

Finalmente, la apreciación del dólar se ha moderado y en algunos casos revertido. En ausencia de choques geopolíticos, los expertos anticipan un precio del crudo en una banda entre 40 y 60 dólares, pero el riesgo de una nueva sobrerreacción a la baja no puede ser descartado.