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Cuando la representante comercial de La Casa Blanca, Katherine Tai, comparezca esta semana ante el Congreso de su país, tanto demócratas como republicanos estarán muy interesados en las tensas relaciones de Estados Unidos con Rusia y con China.

Dominarán las preguntas sobre las estrategias del gobierno de Joe Biden para contener con las sanciones comerciales al dictador ruso, Vladimir Putin y la siempre tensa relación con el régimen de Xi Jinping.

Pero no dejarán pasar en el Capitolio las preocupaciones, cada vez más generalizadas en aquel país, sobre el peligro que representa para las inversiones estadounidenses la contrarreforma eléctrica del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Durante muchos meses el gobierno de Estados Unidos le habló bonito a la 4T cuando trataban los temas de las pretendidas modificaciones constitucionales en materia energética, porque había la creencia de que el gobierno de López Obrador sería capaz de escuchar las preocupaciones de las empresas estadounidenses, de los ambientalistas y de los empresarios que temen por una baja en la competitividad industrial.

Pero ahora que está claro que hay sordera ante esas señales de advertencia, seguro que el tono de los mensajes será cada vez más contundente.

Hoy ya son mensajes de advertencia de lo que implica que el gobierno mexicano viole acuerdos internacionales con la pretendida contrarreforma.

De hecho, Estados Unidos está a punto de elevar al nivel de una queja formal dentro de los mecanismos previstos por el acuerdo comercial entre ese país, México y Canadá, ese conocido acá como T-MEC.

No se trata de un anticipo a que la mayoría obediente del Presidente apruebe, y además aprovechando la Semana Santa, la contrarreforma constitucional, sino al hecho de que en la práctica ya hay actitudes discriminatorias hacia las empresas privadas, en especial a las empresas extranjeras.

Katherine Tai tiene mucho que hablar de la difícil relación de Estados Unidos con China, que es una prioridad comercial para el gobierno de Joe Bien. Debe detallar la batería de sanciones a Rusia tras la invasión a Ucrania.

Pero también está entre las principales preocupaciones del Capitolio esa pretendida estrategia del gobierno de López Obrador de privilegiar a las empresas estatales de energía, no solo en contra de la competencia, sino afectando las inversiones activas que hay en el mercado mexicano por parte de empresas estadounidenses.

Y no serán pocos demócratas que no dejarán pasar la realidad de que la contrarreforma energética de López Obrador va en contra de los objetivos mundiales para combatir el cambio climático.

En la medida en que avance la iniciativa presidencial, y más ahora que ordenó a sus obedientes diputados aprobarla sin cambiarle ni una sola coma, se va a perder ese tono suavecito de los diplomáticos y funcionarios estadounidenses para dar paso a los reclamos directos y las acciones legales.

La polarización mundial que se ha acentuado, con Rusia y China de un lado y occidente del otro. Esto no da margen para los titubeos de un socio y vecino como México. No está lejos el momento en que el propio presidente Joe Biden se lo tenga que recordar al presidente López Obrador.

Estados Unidos está a punto de elevar al nivel de una queja formal dentro de los mecanismos previstos por el acuerdo comercial entre ese país, México y Canadá, conocido aquí como T-MEC.