Elecciones 2024
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El primer cálculo de la 4T es que, haga lo que haga o diga lo que diga el presidente Andrés Manuel López Obrador, saldrá intacto entre sus seguidores y severamente raspado entre sus detractores.

Es una polarización fomentada por el propio presidente y esas serán las consecuencias de sus actos mientras sus niveles de popularidad se mantengan altos.

Hoy amanece López Obrador en Washington DC y el interés mayor de la propaganda oficial gira en torno a mostrar la manera austera, de ciudadano común y corriente, como llegó el presidente a la capital de Estados Unidos en contraste con la logística y recursos de los gobiernos anteriores.

Ahí estarán las fotos del pasajero López Obrador, sentado en la ventanilla. Y esa bien aceitada red de replicadores de la 4T se encargará de recordar alguna de las imágenes de algún expresidente bajando del avión presidencial.

En Estados Unidos, la visita de López Obrador es una noticia de páginas interiores. La realidad es que al grueso de la población de aquel país le tiene sin cuidado, porque además pocos tienen conocimiento de quién es el presidente de México.

Eso no significa que Donald Trump no quiera aprovechar la oportunidad de lucirse y demostrarle a sus bases que cumplió con las promesas de acabar con el peor acuerdo comercial de la historia, como le llamaba al Tratado de Libre Comercio de América del Norte y de que México pagaría por la construcción del muro.

El punto más delicado de la agenda de hoy se dará justo cuando los dos presidentes tengan frente a sí las cámaras y los micrófonos donde hablarán de los aspectos públicos de sus rondas de conversaciones.

Nadie puede decir, ni los más cercanos al presidente Donald Trump, si éste va a conservar la cordura y evitará algún desplante o alguna frase que pueda resultar opresiva u ofensiva en contra del presidente mexicano. Está claro que el presidente de Estados Unidos no permitirá ver un trato entre iguales.

Lo que puede hacer de esta visita algo positivo para México es lo que Donald Trump tenga que decirle en privado a López Obrador.

Si el presidente de Estados Unidos permitió a los empresarios de su país que lo enteraran bien de cómo está el ambiente de negocios en México y si el republicano se interesa en respaldar a esos hombres de negocio, bien podría el presidente mexicano regresar con una reconsideración del trato, por ejemplo, en materia energética a las empresas estadounidenses.

Si Trump opta por defender en privado la necesidad de generar confianza para las empresas de su país y López Obrador lo acepta, el viaje habrá servido. No hay que olvidar que apenas dos semanas antes de esta visita, el embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, dijo que no es un momento muy oportuno para invertir en México.

Pero si en privado van a hablar de beisbol y en público sólo se va a lucir el candidato Trump, bien se pudo haber ahorrado el viaje el presidente mexicano, por más que ante sus seguidores no vaya a tener ninguna consecuencia en materia de popularidad.