Testimonios y objetos que quedaron después de la primera explosión atómica son resguardados en el Museo de La Paz en Hiroshima, Japón
Por: Ivonne Frid
Testimonios y objetos que quedaron después de la primera explosión atómica son resguardados en el Museo de La Paz en Hiroshima, Japón.
Una experiencia impactante ver un triciclo calcinado y una lonchera derretida de algún niño que paseaba en el momento de la explosión.
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Eran las 8:15 de la mañana, como lo indica un reloj que se quedó marcando la hora exacta de la tragedia.
Niños en las calles se preparaban para ir a la escuela, adultos para ir al trabajo. La ropa y la piel de la gente, botellas de vidrio y ventanas, se derritieron o se esfumaron dejando únicamente la sombra de su existencia.
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Al menos 70 mil personas murieron al momento de la explosión, y más del doble murieron después por efectos de la radiación, por cáncer y leucemia.
Todo quedó paralizado, destruido y derretido, al detonarse la primera bomba atómica en Hiroshima. Una maqueta en el Museo muestra la ubicación de la explosión, el 6 de agosto de 1945.
Explotó en el aire a 600 metros de altura del suelo. Se quemaron y destruyeron edificios a dos kilómetros a la redonda. Frente al Museo se encuentra el parque de La Paz, ahí arde una llama que no será apagada hasta que no exista ni una sola bomba atómica en el mundo.
La Cúpula Genbaku, es el edificio más cercano a la explosión, resistió el impacto nuclear, hoy en día Patrimonio de la Humanidad designada por la UNESCO. Los japoneses también recuerdan a los niños que fallecieron, en un monumento en donde los visitantes colocan cientos de origamis.