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La viuda de París
La 'Viuda de París'. Foto de altasobscura.com

“Dotada de belleza e inteligencia, gobernó su propia raza y cautivó a muchos”
The New Orleans Times Picayune
Abril de 1886

Los ojos penetrantes han sido siempre un símbolo de misterio, pero si además se le agregan ciertas características como un casquete hecho de tela de colores brillantes para guardar el pelo negro, si se adorna el cuello con pesados collares y los brazos con pulseras labradas. Si los dientes perfectos como blancas perlas enmarcan una sonrisa cautivadora, si la piel morena desencadena el legado de sus ancestros y la mezcla de su sangre. Entonces se va generando un tejido lleno de una riqueza literaria; se hila a retazos una historia que genera curiosidad, asombro y una sensación que eriza la piel cuando la palabra Voodoo aparece enmarcando el personaje.

La viuda de París - viuda-de-paris-2

No hay tumba más visitada en New Orleans, en el estado de Louisiana, que la de Marie Leveau. Los guías de turista van moldeando su biografía en tonos teatrales, volviéndola confusa. Juegan a estimular el asombro con su historia, llenar una curiosidad morbosa para el turista que busca experiencias. A voces se teje su leyenda con un poco de cada quien, incluso de escritores que condenan su paso por esas tierras y de aquellos que la admiran. Entonces el personaje cobra vida con un poco de cada uno y es justo eso lo que a mí me cautiva.

¿Acaso será que por detrás de la reina del Voodoo hay una mujer criolla con su propio conjunto de reglas y fuertes creencias rodeada por la influencia política y religiosa de los hombres blancos ricos? Que asistía a misa a diario, que ayudaba a quienes se contagiaron de fiebre amarilla, que daba medicamento en sus bolsas grises llenas de hierbas y huesos para sanar. Quiero pensar que en verdad suturaba las heridas físicas y emocionales de los esclavos y era consuelo para quien vivía en la más absoluta soledad. ¿Será que asistía a los prisioneros encerrados dentro del Cabildo, ofreciendo orientación para la redención y el perdón a través de Jesucristo?

Fue una de esas mujeres que tenía los bolsillos llenos de ganancias obtenidas de consultas. Una de esas pocas que contaba con la libertad de salir a la calle sin pedir permiso. Aquella pionera de fuertes convicciones y leal confidencialidad.

Nacida según salen las cuentas alrededor de 1801. Su madre, Marguerite Darcantrel, era esclava liberada y amante de su padre, Charles Laveaux, un acaudalado hombre de negocios mulato.

Marie se casó por primera vez alrededor de sus 17 años y este tuvo una muerte, según se cuenta; misteriosa. También se dice que las dos hijas que tuvo con él desaparecieron de igual manera. Su segunda pareja con el que no se casó porque la ley no lo permitía pues era blanco, le dio casi una docena de hijos según cuenta durante los treinta años que duró su relación y la dejó económicamente estable.

Ella fue la primogénita libre en su familia. Parece que su bisabuela llegó a Nueva Orleans como esclava desde África Occidental a mediados del siglo XVIII. Su hija, Catherine, fue luego comprada por una mujer de color blanca. A base de duro trabajo, compró su libertad y construyó una pequeña casa en el Barrio Francés, donde Marie Laveau viviría y practicaría sus conjuros y hechizos. Pero la mayor parte de su biografía es leyenda, solo se cuenta, pues salvo la casa, el acta de matrimonio con el primero y las actas de nacimiento de esas dos hijas y de los hijos que tuvo con su segundo marido, lo demás solo ha cruzado el tiempo en un discurso a modo, pues no hay forma de comprobarlo.

La conocemos como la viuda de su primer marido que llevaba el apellido de Paris, así se hizo famosa como “La viuda de París.”

Cuántas madrugadas llegaron carruajes con mujeres vestidas de elegantes ornamentos a encontrarse con ella en secreto. ¿Acaso buscaban conjuros y pócimas para acabar con sus maridos? ¿Buscaban que las amaran? ¿Para encontrar como embarazarse o perder a un hijo no deseado?

“Después del anochecer, es posible que veas carruajes que llegan a la puerta de Marie.” “Se apresuran a comprar lo que la vieja bruja tenía a la venta. Un fraude descarado, sin duda, pero el dinero se derramó en su regazo hasta el último día de su malvada vida ”

Escribía John Kendall, un escritor local de principios del siglo XX con un tinte despectivo.

Es ahí donde la paleta de colores que la reviste, también toma un lado obscuro, que se mezcla a brochazos con una cosmogonía traída del negro continente, que habla de creencias que cruzaron el océano en los barcos de esclavos hasta llegar a América. Aquí se fue mezclando con el mundo católico, seguramente apropiándose también de algunas creencias de los indios americanos y se fue creando un estilo ecléctico de alabanza para buscar consuelo ante una vida dura y dolorosa.

El voodoo en esta zona de Estados Unidos, se reforzó cuando los seguidores que huían de Haití después de la revuelta de esclavos de 1791 se mudaron a Nueva Orleans.
Cabe recordar que la Revolución Haitiana comenzó con una ceremonia de voodoo en Bois-Caiman. Al son del fervor del derrocamiento, un sacerdote dirigió el servicio que incluyó el sacrificio de un cerdo. Se elevó un juramento de sangre para derrocar a los franceses. Apenas unos días después, los esclavos rebeldes comenzaron a quemar las plantaciones de azúcar y matar a la población blanca.

En Nueva Orleans los ancianos transmitieron lo que recordaban y los jóvenes esclavos comenzaron a incorporar todas estas prácticas. La fabricación y transporte de bolsas gris-gris era una gran parte de la práctica del vudú, y tal vez pueda haber algo semejante a las estatuas, velas y colgantes de santos que son adornados por el mundo católico.

Orar a las deidades “menores”, comunicarse con loa (espíritu) y colocar ofrendas en los altares son prácticas comunes en muchas religiones. Pero estas prácticas secretas y tildadas de “incivilizadas” generaron miedo en la comunidad blanca y quizá con razón, después de lo sucedido en Haití. Las facturas de la injusticia e ignominia causado a los pueblos Africanos, se cobro con sangre y al hombre blanco esto le pone una mano al cuello, cuando es posible que le toque a él, el pago de las facturas.

La danza acompañaría sin duda los secretos ceremoniales, pócimas que alteraban la conciencia dejando salir lo instintivo sin censura, quizá sí, esas noches terminarian en orgías desenfrenadas. Todo es posible y el tono con el que se cuente, marcará la posteridad justo donde más se le de importancia.

Muchas personas de color liberadas hicieron de su práctica una parte importante de su cultura. Las reinas y reyes del vudú eran figuras espirituales y políticas de poder en la Nueva Orleans del siglo XIX.

Así Marie representa el tejido de cuentos historias y mitos de su época dejando un halo de misterio que se mezcla con su hija. Al parecer eran muy parecidas, entonces se decía que Marie no envejecia, pues tenía un pacto con el diablo.

Es curioso mirar el rostro de las mujeres que, libres, han sido entintadas de brujas. Bañadas de ese misterio extraño, que genera la envidia y el castigo por ser libres.

Marie Laveau ha sido fuente de inspiración para poetas, escritores y guionistas de cine. Cada uno interpreta lo poco que hay en documentos para contar una historia y lo que los conceptos que ha aprendido se vuelcan a carretadas sobre los papeles blancos.

Down in Louisiana, where the black trees grow.
Lives a voodoo lady named Marie Laveau

She got a black cat’s tooth and a Mojo bone

And anyone who wouldn’t leave her alone

She’d go… and another man done gone.

She lived in a swamp in a hollow log
With a one-eyed snake and a three-legged dog
Bent, bony body and stringy hair
And if she ever seen y’all messin’ ‘round there
She’d go… another man done gone

Abajo en Louisiana, donde crecen los árboles negros
Vive una dama vudú llamada Marie Laveau
Ella tiene un diente de gato negro y un hueso de Mojo
Y cualquiera que no la dejara en paz
Ella iría por el … y de pronto otro hombre se fue

Ella vivía en un pantano en un tronco hueco
Con una serpiente de un solo ojo y un perro de tres patas
Tiene el cuerpo huesudo y encorvado y el cabello fibroso
Y si alguna vez los ve metiéndose por ahí
Ella iría por uds y … otro hombre se fue

Fragmentos de una canción de Bobby Bare

Así que me paro frente a su tumba y cierro los ojos, intento vaciarme de lo que se cuentan de ella para poder encontrar cómo mover mis dedos en el teclado. Me gusta imaginar que puedo abrir la puerta del tiempo, dibujar las calles y los muros de madera pintados de colores, de una ciudad que se recreaba a si misma, pasando por el duro paso de la esclavitud hacia su abolición. Imagino la influencia de la población negra en estos rituales mezclados de la posibilidad de sentirse acunados por alguien algo más grande que ellos, para dejar ahí, la posibilidad de ser salvados en otro lugar que no fuera la dura realidad.

Es esta necesidad de sentirnos protegidos, guiados y cuidados lo que genera una búsqueda incansable del hombre y su espíritu.

Me quedo con una curiosidad insatisfecha y con el trabajo de decantar lo que me encuentro. De ir generando preguntas sobre lo que se dice y se escribe. Cierro la hoja con ganas de seguir buscando, pero hay algo en lo profundo que me dice que su leyenda está tejida con manos que abrazan la envidia y el miedo. Yo me quedo con la posibilidad de verla con sus faldas largas de colores chillones caminando de la mano de sus hijos, llevando alimento y consuelo a quienes lo necesitaban. Abriendo las puertas de su casa para curar y sanar como ella sabía hacerlo.