Lyosha, ahora un adolescente, sobrevivió a que su padre lo metiera en un horno de leña encendido cuando tenía solo dos años de edad
Lyosha, nacido en un pueblo remoto del este de Siberia, en Rusia, ha vivido más en su corta vida que la mayoría. Con solo dos años, sobrevivió al hecho de ser arrojado por su padre en un horno de leña encendido.
Si bien corrió mejor suerte que su hermana, de 14 meses de nacida, el resultado de estos hechos es que sufrió quemaduras severas en su cabeza, hombros, brazos y pulmones.
Tras esto, siguió un duro proceso de recuperación, que incluyó parches de piel, cirugías y rehabilitación, lo cual no evitó que su rostro quedara desfigurado por las quemaduras.
Lyosha abandonó poco después de los hechos el lugar donde nació y terminó en Moscú, donde fue dejado con una familia por su madre, que no podía cuidarlo.
Sin embargo, el joven se toma lo ocurrido con buen humor, buscando siempre el lado luminoso por la situación, como es el hecho de haber conocido varios países del mundo buscando un mejor tratamiento.
“Una discapacidad puede brindarte una nueva forma de ver el mundo, e incluso nuevas oportunidades, pero es importante no dejar que toda tu vida gire en torno a ello, porque eso puede acabar contigo”, explicó.
Añadió que de joven odiaba a la gente, pues sentía que lo veían como un animal, sin embargo esto cambió al interesarse por la psicología. “Me ayudó mucho a entender lo que pasaba. Y el odio sencillamente desapareció. Lo dejé ir”, dijo.
Lyosha también descartó tenerle miedo al fuego, como lo harían varias personas quemadas, e incluso aseguró amar al fuego, pues el temor no tiene sentido.
“Amo el fuego. Amo los fogones. Sé que la gente que se ha quemado antes puede sentir miedo (al fuego). Pero yo no veo el sentido de tener miedo. Me gusta su luz, su calor, es hermoso. Puedo mirarlo durante horas”.
Por otro lado, sobre la relación con su padre biológico, recientemente salido de la cárcel, afirmó sorprendentemente que mantiene contacto con él e incluso le ha perdonado por lo que ocurrió.
“No se trata de perdonar. Lo he perdonado hace mucho tiempo. Ahora sencillamente hablamos, como habla la gente normal. Nunca lo odié. Seguramente el pensaba que yo estaba furioso con él. Pero cuando nos encontramos, cuando volví a Buryatia, hablamos”, dijo.
“Le dije todo y ahora nos escribimos cartas y nos mantenemos en contacto”, concluyó.
Con información de BBC