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Normalistas sobrevivientes recuerdan la “noche terrible” en Iguala
Foto de El Universal

A 63 días de la agresión al grupo de estudiantes de la Escuela Norma “Raúl Isidro Burgos” en Iguala, tres de los sobrevivientes de esa “noche terrible” decidieron dar su testimonio por primera vez.

En entrevista para el periódico El Universal, los jóvenes normalistas solicitaron se cuide su identidad por temor a lo que pudiera ocurrirle a su familia y a otros normalistas.

Valentín.

El joven de 20 años asegura que no es un individuo, sino un integrante de la gran familia de estudiantes de la Normal. De ahí su solidaridad al decir “¡Nosotros somos Ayotzinapa y queremos justicia para nuestros compañeros caídos!”.

Asegura que vio caer a sus compañeros y espera ver volver a sus 43 compañeros, pero en especial a Jonathan, su amigo desde la preparatoria y con el que más convivía en la Escuela Normal de Ayotzinapa. Le ha hablado a su celular, le ha enviado mensajes, “pero Jonathan no responde”.

“Nos trataron de matar a todos. Algunos tuvimos suerte y no nos mataron, pero vimos a nuestros compañeros caer. Estoy esperando a que lleguen nuestros compañeros desaparecidos; mientras ellos no lleguen yo voy a seguir apoyando y luchando en la normal”.

Valentín narró que la noche del 26 de septiembre unos 70 alumnos, todos de primer año iban en cinco camiones. “Yo iba corriendo por la calle, abriéndole paso a los autobuses, cuando vi que en la calle Juan N. Álvarez se atravesaba una patrulla. Nos bajamos, tratamos de moverla, empezaron a disparar y ahí le dieron al primer compañero que ahora está en el hospital en estado vegetativo. Nos alejamos un poco porque si nos acercábamos al compañero caído nos seguían disparando más. No dejaban que levantáramos ni nada”.

Después del primer caído, Valentín se escondió en uno de los autobuses y desde la ventana vio agonizar a su compañero. “Me traté de bajar varias veces del autobús, pero las balas no me dejaban, y yo tenía miedo de que balearan. Varias balas pegaron cerca de mí, en los sillones del autobús”.

Bajo los asientos del autobús, el normalista comenzó a enviar mensajes de texto a sus compañeros y a su hermana. Pensaba en sus padres, pero a ellos no les escribió para no preocuparlos.

“Fue una noche terrible, una noche de muerte, y la mañana fue peor, porque supimos de todos los compañeros muertos y desaparecidos”.

Antonio.

Alumno de primer grado, recién ingresado en agosto y con 19 años atribuye a que por la desaparición de sus 43 compañeros, los cultivos en la Normal de Ayotzinapa se están secando.

“Todavía no entiendo por qué nos pasó esto si somos estudiantes. No estábamos haciendo nada malo, simplemente íbamos a traer autobuses y botear, había un convenio con los choferes”, aseguró.

El testimonio de Antonio coincide con el de Valentín, él también abrió paso a los cinco camiones en los que viajaba hasta que dos camionetas de municipales iniciaron la refriega.

“Yo me metí debajo del autobús, esperé y luego en cuanto pude me subí al autobús y estuve un rato ahí hasta que paso todo. Éramos como 15 los que estábamos en ese autobús de Costa Line”.

Después de que se fueron los municipales, nos bajamos del autobús y comenzamos a tomar fotografías para dejar evidencia; incluso asegura que llegaron periodistas para entrevistarlos.

Antonio aún no encuentra las respuestas sobre lo ocurrido esa terrible noche y la mañana de septiembre, lo que si responde es que seguirá en la normal, mientras ellos no aparezcan.

Adrián.

Normalista de 18 años repite una y otra vez la palabra que pronunciamos todos los mexicanos: justicia.

Justicia por todos los hechos que ocurrieron la noche del 26. Recuerda que él protegió los casquillos con piedras “porque ya estaban por llegar los peritos”, pero luego a las 12 otra vez volvieron a disparar, narró Adrián.

“Lo primero que hice, después del primer ataque, fue marcarle a mi hermana, a mi mamá no le quise avisar porque se pone muy mal. En cuanto colgué con mi hermana escuché de nuevo cómo empezaron a tirar a matar”. Preciso cuando se refiere a los tiempos en que ocurrieron los hechos, Adrián corrió y se ocultó en un baldío toda la madrugada.

Estudiante e integrante de la Normal también seguirá en pie, porque si él fuera uno de los 43 le gustaría que sus compañeros estuvieran luchando por encontrarlo.

“Dicen que nosotros fuimos a interrumpir a la esposa del presidente municipal de Iguala, no es así. A Iguala nunca vamos. No sé por qué dijeron por qué íbamos allá”.

Ni los padres, ni Valentín, Antonio y Adrián se darán por vencidos porque tienen la seguridad de que los 43 van a regresar.

Con información de El Universal.