Elecciones 2024
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En Baja California, el presidente López Obrador identificó “lo más difícil” que ha enfrentado en sus primeros dos años de gestión: “La pandemia, la crisis económica y a los conservadores que querían mantener el régimen de corrupción”.

Y en su mañanera de ayer añadió el “obstáculo” número cuatro: “los ataques en los medios de comunicación”.

Aceptando que la peste y los problemas económicos obstruyan su proyecto, el conservadurismo no asusta más que el petate del muerto y lo que resiente como embate es para que lo padezca como que una piedrecilla en su zapato porque periódicos y noticiarios (incluidos los que ha satanizado) lo tratan con respeto y delicadeza, al grado de hacer de él, informativamente hablando, uno de los mandatarios mejor apapachados de la historia (las opiniones son inevitables, disímiles, variadas y tonificantes).

Llama la atención que sean únicamente cuatro los “obstáculos” que ve, y que de la pandemia no reconozca lo errado de la “estrategia” seguida ni reaccione ante la criminal actuación de Hugo López-Gatell, quien según el Presidente ya lo quisieran en otras naciones.

Contra la diplomática tradición de no aludir a países ni gobiernos censurables, la principal instancia sanitaria del planeta, la Organización Mundial de la Salud, en boca de su director Tedros Adhanom, clamó: “Queremos pedirle a México que se lo tome muy en serio…” (ruboriza que su llamado sea el mismo para Brasil, donde gobierna el neofascista Jair Bolsonaro).

Y no es que la 4T se lo tome como chiste, pero el perlario de dislates de López-Gatell es amplio y probablemente homicida con su resistencia para recomendar, empezando a López Obrador, el uso del cubrebocas (validación implícita a conductas como la de Fernández Noroña en el INE).

Léase lo que dijo también ayer el director ejecutivo de la OMS, Michael Ryan: “A todos los líderes del mundo les diríamos que es muy importante que sean un modelo en el uso de mascarillas. La gente requiere comunicación muy clara. Si lo que ven en un cartel no lo cumplen las autoridades hay confusión…”.

De la crisis económica, ya se vivía y se catapultó con la pandemia. Comenzó desde que se instauró la desconfianza de la inversión con la absurda cancelación (construido ya 30 por ciento) del aeropuerto en Texcoco.

El año pasado crecimos cero y el actual registrará menos ocho o nueve puntos. El sexenio concluirá sin que se recuperen los empleos perdidos ni termine la zozobra.

Súmese la desastrosa política de “seguridad” pública, la abusiva concentración de los recursos presupuestales, el desprecio a las instituciones autónomas y las organizaciones civiles; al conocimiento en general y a la ciencia, la cultura (¿qué tal las descalificaciones a la FIL de Guadalajara?) y la tecnología en específico; el escamoteo de apoyos a la pequeña y mediana empresa (80 por ciento de las fuentes laborales) y la política de contratos de obra pública sin licitación o los tumbos y el desaseo en la adquisición de medicamentos y vacunas…