Elecciones 2024
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Si algo tienen en común ese grupo de países que ahora hacen a México su líder, en el frente progresista hermano contra el neoliberalismo, es que sus economías están quebradas y sus habitantes viven en la pobreza.

No. México no debe pertenecer a un grupo donde el modelo a seguir son las economías de Cuba, Venezuela o Argentina.

Aquí sí es donde el presidente Andrés Manuel López Obrador debería aprovechar el espacio que tiene en las conferencias mañaneras y salir con esa letanía que tanto le gusta de: vámonos respetando, no somos iguales.

Pero no. Desde la tribuna máxima de la 4T no hubo más que un tímido deslinde del dictador venezolano. Hace falta mucho más que rechazar la gentil invitación a liderar el grupo populista.

La salida de López Obrador para aceptar las alabanzas del impresentable gorila que tiene a su pueblo oprimido y hambriento fue decir que también recibe loas de Donald Trump, presidente de Estados Unidos.

Cierto que el populismo se le da al republicano, pero las alabanzas de Trump al gobierno de López Obrador son por los favores recibidos como dique migratorio estadounidense, en territorio nacional, con soldados mexicanos, cortesía de la 4T.

Y lo que dice Nicolás Maduro es que López Obrador es el líder de esa hermandad progresista que se opone al neoliberalismo, elevando al presidente mexicano a nivel de comandante de una “resistencia” de avanzada antineoliberal.

Además de antidemocráticos, esos regímenes sudamericanos se han encargado de destruir sus economías de una forma muy evidente y lo han hecho a través de terminar primero con la autonomía de sus instituciones, por medio de la sumisión de otros poderes políticos y de dictados económicos que han basado más en su imaginación que en posibilidades reales de éxito.

No queremos que México sea líder de un grupo de países donde han aniquilado la autonomía de sus bancos centrales y han provocado crisis financieras irremontables.

No podemos encabezar ese modelo que ha destruido los empleos y las esperanzas de millones de ciudadanos venezolanos, cubanos, argentinos, bolivianos, nicaragüenses que hoy son mucho más pobres que antes de la imposición de estos modelos populistas.

Hasta ahora, el alejamiento del modelo neoporfirista, neoliberal y de los regímenes corruptos, como suele aderezar el propio presidente a las administraciones anteriores, nos ha llevado a un crecimiento con tasa cero, en prácticamente un año de gobierno.

Pero estamos muy lejos de las desgracias financieras de esos países populistas sudamericanos.

Da terror pensar en cuál sería el resultado si se optara por aplicar medidas al estilo venezolano o cubano si es que, como dice Nicolás Maduro, ahora México es el líder de ese movimiento fracasado.

El dictador venezolano puso en un predicamento al presidente Andrés Manuel López Obrador y su 4T, hoy como nunca antes ese vínculo del que tanto se ha negado fue desnudado por el propio Nicolás Maduro.

Puede el presidente mexicano no aceptar la invitación a liderar a los iguales, pero no puede ya López Obrador rehuir a ese debate que le abrieron de par en par los regímenes totalitarios y populistas de América Latina.

¿Es o no es la 4T uno de ellos? ¿Aceptará López Obrador en el futuro el nombramiento como líder de esa hermandad progresista antiimperialista y antineoliberal que le lanzó tan directamente Nicolás Maduro?

¿O simplemente lanzará el presidente López Obrador otro distractor para que olvidemos los guiños tan cariñosos que le lanzan dictadores de la calaña de este impresentable venezolano?