Elecciones 2024
Elecciones 2024

Creo que el gobierno perderá la elección de este domingo. He dedicado muchas palabras de esta columna a decir qué es perder y qué es ganar en estas elecciones. Es una cuestión de números, desde luego, pero también es una cuestión de percepción, de atmósfera y de coyuntura política.

Preguntas clave: ¿Qué necesita el gobierno para cantar victoria? ¿Qué necesita la oposición para decir que ha derrotado al gobierno? Creo que el gobierno necesita más que la oposición, necesita decir que ganó tanto como en 2018 y con una emoción pública similar a la de entonces.

Lo que se quede abajo de esos números y de aquellas emociones, podrá percibirse como una derrota.

Creo que esta derrota en muchos sentidos ya sucedió. El gobierno no tendrá ni los altos números ni la sensación térmica de su victoria de 2018. Las encuestas nos dicen que el gobierno puede ganar el 6 de junio la mayoría absoluta de la Cámara de Diputados (50 más 1).

Nos dicen también que Morena tendrá menos diputados que hace tres años y que su mayoría en esa Cámara solo será posible de la mano del Partido del Trabajo y del Partido Verde, dos de los partidos más impresentables, corruptos y oportunistas de la partidocracia mexicana.

Las encuestas nos dicen también que la elección de gubernaturas viene cayendo para el gobierno. Al empezar el año, iba a ganar 14 de l5 gubernaturas. Hoy, de acuerdo con las encuestas, grosso modo, va ganando ocho: Baja California, Sonora, Sinaloa, Colima, Nayarit, Sinaloa, Guerrero, Zacatecas.

Va perdiendo seis: Baja California Sur, Chihuahua, Michoacán, Querétaro, San Luis Potosí y Nuevo León. Campeche iría empatado.

Ciudad de México se le ha complicado también al gobierno. Según las encuestas, grosso modo, va ganando ocho delegaciones: Gustavo Madero, Venustiano Carranza, Iztapalapa, Ixtacalco, Cuauhtémoc, Milpa Alta, Azcapotzalco y Xochimilco. Va perdiendo las otras ocho: Álvaro Obregón, Coyoacán, Miguel Hidalgo, Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Tlalpan, Tláhuac y Benito Juárez.

Estamos ante una elección cerrada, no frente al triunfo amplio de nadie, sino frente a una redistribución de poder que han emprendido ya en su cabeza los votantes.

Para el gobierno, una derrota.