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El presidente López Obrador acepta que se excedió al afirmar que Felipe Calderón encabezó un “narco-Estado”.

Se le chispoteó, pues.

“Ayer hablábamos, antier, creo de manera espontánea —porque no crean que yo vengo aquí ya con ideas analizadas, no, yo vengo aquí a hablarles de manera sincera, decirles lo que siento, lo que conozco, lo que es mi experiencia—, entonces, se me salió así lo del narco-Estado porque, en efecto, escritores, analistas, intelectuales que simpatizan con nuestro movimiento desde que empezaron estas políticas de querer resolver el problema de la inseguridad mediante el uso de la fuerza, se empezó a hablar de un narco-Estado”, dijo.

El contexto en que lo dijo fue al hablar de modelo neoliberal: “Es una política que fue aplaudida, apoyada, respaldada, porque cooptaron a los medios de comunicación, con honrosas excepciones; a los intelectuales los acarreaban porque los financiaban; periodistas, escritores, que se volvieron millonarios…”.

Habitualmente impermeable a la autocrítica, pero consciente por lo visto de la gravedad de su desafortunado dicho, se explicó: “Esto data de hace 10 años. Bueno, desde que estaba el gobierno de Calderón, desde que se declaró la guerra contra el narcotráfico, empezaron a hablar del narco-Estado y yo no creía en eso, no le daba entrada. Pensaba ‘están volando, es desproporcionado, no es así, son ineptos, son corruptos, no quieren al pueblo, pero narco-Estado ya son palabras mayores’. Antier me salió y yo dije ¿por qué no? Si el que estaba a cargo de la seguridad al final le servía a una de las bandas. Es como si uno de estos jefes hubiese estado de vicepresidente de la República, porque ese señor que está detenido en Estados Unidos era el dedo chiquito de Felipe Calderón, y resulta que ese señor está acusado de recibir sobornos por estar al servicio de una de las bandas del narcotráfico…”.

Si es de reconocérsele lo que con su peculiar forma de hablar es una sensata rectificación, cabe esperar que lo haga respecto de otros bochornosos desatinos en que se deja llevar por prejuicios, como el dar por culpables a quienes, como Genaro García Luna, han sido señalados en los medios y acusados en tribunales pero que jurídica y éticamente son, en tanto no se les procese y sentencie, probables delincuentes.

Otro resbalón de ayer mismo: “Y luego, la relación también con el gobierno de Estados Unidos, o sea, esto de la entrada de las armas, que es un acuerdo secreto, violando nuestra soberanía…”, en alusión a la Operación Rápido y Furioso que llevaron a cabo la Agencia estadunidense de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos y el Departamento de Estado entre 2006 y 2011, y de la que no hay evidencia de que Calderón estuviera enterado.

Prolijo en sus yerros, dijo asimismo que los balconeados por Emilio Lozoya “tienen que declarar”. No: solo quienes determine un juez, que a su vez admite o desecha los elementos que le presenta la Fiscalía.

De lo perdido lo hallado, palomita por lo pronto: nada de “narco-Estado…”