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La caída económica que ahora mismo provoca el coronavirus Covid-19 llega a México con una contracción del Producto Interno Bruto autoinfligida por las políticas públicas.

Aunque es evidente que la pandemia es la que ahora encamina al mundo a una recesión, no se puede quitar la vista al hecho de que la 4T se resiste a tomar medidas extraordinarias, tanto en materia de salubridad como de economía, lo que hará de esa caída algo todavía más dramático.

Porque, así como el Covid-19 afecta más a un cuerpo viejo, con enfermedades preexistentes y bajas defensas, así la recesión económica habrá de ensañarse con las economías más débiles, y la mexicana está en esa lista.

Las ideas son viejas, el cero crecimiento del año pasado es una preexistencia importante y la falta de confianza de los capitales privados tiene las defensas económicas en niveles anémicos.

Lo ideal sería que el perro viejo aprendiera trucos nuevos, pero se ve atrapada a la 4T en sus ideas de mediados del siglo pasado. Así que lo que queda es reforzar su sistema inmunológico con una vitamina a la confianza.

Hay muchas medidas concretas que se pueden tomar, desde aquellas que muestren que el presidente sí le entiende, como dejar de reunir a miles de personas en un solo lugar y exponerlas al contagio del coronavirus.

Hasta medidas económicas de impacto en la confianza como no volver a permitir un bloqueo a las vías del tren en Michoacán. Dejar de jugar al populismo de las consultas y respetar las leyes en la construcción de la planta de Constellation Brands en Baja California.

Y claro, puede dar tres golpes maestros a la confianza y mostrar que, así como Donald Trump repentinamente le entendió a la gravedad del Covid-19 y cambió su discurso, así el presidente mexicano puede decir que él siempre pensó que era una pandemia grave y que tomará decisiones de estadista.

Primer golpe para que López Obrador quede como un presidente responsable: anunciar la cancelación de la construcción del Tren Maya y el redireccionamiento de esos recursos hacia la promoción turística y rescate de esta actividad aplastada por la pandemia.

Segundo golpe maestro que deje atrás la imagen de un personaje sólo interesado en su persona y su popularidad: la cancelación inmediata de la construcción de la refinería de Dos Bocas en Tabasco para usar esos recursos en aumentar la capacidad productora de crudo de Pemex y mantener lo más sanas que se pueda sus finanzas.

Tercer golpe nivel “dejemos las tonterías-atrás”: se anuncia que se abre a la Iniciativa Privada la concesión de las obras del aeropuerto de Texcoco. Ni un solo centavo público para la obra. El reinicio inmediato implica una movilidad importante de la industria de la construcción, necesaria en esta recesión, y se deja al Ejército que siga con la obra en Santa Lucía, de forma más modesta pero suficiente para tener la base aérea más grande y moderna de América Latina. Les prometo que la calentura de esta columna, de un México que pudiera funcionar, no es un síntoma del coronavirus.