Si nos quedamos sólo con la mirada puesta en la inflación general podríamos tener dentro de un mes un sentimiento de frustración si el INPC anual en junio resulta más alto que el de mayo, algo que puede ocurrir
Vaya que es buena noticia ver cómo la inflación general en México, medida a través del Índice Nacional de Precios al Consumidor, baja hasta 5.84% anual en mayo pasado.
Buen dato que, sin embargo, puede llamar a la confusión. Por eso cobra más relevancia que haya un Índice de Inflación Subyacente, que elimina el ruido que produce el comportamiento de ciertos precios que se rigen por las temporadas climatológicas o por políticas de subsidios estacionales.
Las tarifas eléctricas para el verano en algunas ciudades calurosas del país distorsionan al INPC, en abril y mayo a la baja y en septiembre y octubre al alza. Tanto como las colegiaturas, que suben en septiembre, o los mangos en abril, o las mandarinas en diciembre. En fin.
Si queremos mantener en términos honestos y serios la discusión sobre la trayectoria de la inflación, hay que desechar las consideraciones matutinas de que todo se lo debemos al Paquete contra la Inflación y la Carestía (Pacic), porque el subíndice de alimentos mantiene una tasa anual inflacionaria de 11.4 por ciento.
Si nos quedamos sólo con la mirada puesta en la inflación general podríamos tener dentro de un mes un sentimiento de frustración si el INPC anual en junio resulta más alto que el de mayo, algo que puede ocurrir.
Por eso, la inflación subyacente es el indicador que debemos considerar. Y esa inflación supuestamente menos volátil de la economía mexicana tiene un registro anualizado de 7.39%, que es terriblemente alto.
¿Qué va a hacer al respecto el Banco de México? Bueno, en eso hay dos noticias. La mala es que no hay una voz nítida que despeje las dudas de los mercados. La buena, es que hay coincidencia entre todos los que toman decisiones de política monetaria en la Junta de Gobierno de ser intransigentes con los niveles altos de inflación.
La primera voz que se escuchó en el sentido de mantener la política monetaria restrictiva por largo tiempo en estos momentos fue una sugerencia de Agustín Carstens. Sí, el ex gobernador del Banxico, con esa voz influyente, pero desde la dirección del Banco de Pagos Internacionales.
La gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez, tuvo más énfasis en aquel mensaje, durante la presentación del informe trimestral, de la revisión al alza de la estimación central del crecimiento del Producto Interno Bruto este año, que en sus consideraciones sobre la inflación.
Lo que dijo la gobernadora fue que sería necesario mantener la tasa en su nivel actual, 11.25%, durante un periodo prolongado. No quiso hablar de plazos.
El que salió a dar más claridad de la política monetaria fue el subgobernador Jonathan Heath, quien dijo que aquello del periodo prolongado con la tasa actual es una guía y no un compromiso.
Y ya le puso una posible fecha al primer recorte en la tasa de interés actual: noviembre de este año. Además, refirió que no serán espejo de la Reserva Federal de Estados Unidos, pero el Banxico si cuidará no perder un diferencial de la tasa mexicana con respecto a la estadounidense de unos 525 puntos base. Son momentos de tejer muy fino en materia monetaria.