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El contagio financiero del Covid-19 ha ido aumentando en la medida en que los efectos para la economía china se acentúan, a la par de que no se ha podido poner un freno a la tasa de contagio de esta nueva cepa del coronavirus.

En la medida en que fluyan datos del impacto en el comercio y en el comportamiento económico de la región asiática, veremos más preocupación en los diferentes indicadores financieros del mundo.

Pero hay algunas noticias que pueden tener menos filtros antes de causar un impacto importante en el desempeño de los mercados, en especial de los emergentes, que son siempre más sensibles a las turbulencias.

En estos momentos y hasta mañana, una delegación del Fondo Monetario Internacional (FMI) está en Buenos Aires, Argentina, en pleno análisis de la deuda externa de ese país.

Por increíble que parezca, esa economía que ya sufrió las consecuencias de una crisis financiera profunda por el incumplimiento de los pagos de su deuda está de vuelta en el mismo camino.

Los populistas que devastaron la poca salud financiera que había logrado ese país son los mismos que ahora negocian con el FMI para conseguir, según la Casa Rosada, una quita de su deuda.

Es la bomba de tiempo que vive ese país por una recesión económica importante, una inflación por arriba de 50%, un nulo acceso a fuentes de financiamiento en los mercados y una política monetaria sin credibilidad.

Lo que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner quiere es una quita del monto de su deuda con el FMI de unos 44,000 millones de dólares. Y entre sus argumentos está que una parte de esa deuda la pidió el gobierno anterior de otro partido político.

La respuesta del Fondo Monetario Internacional, es más, de su directora gerente, Kristalina Georgieva, es simplemente que eso no es posible. Que sus estatutos impiden perdonar parte de esas deudas.

El gobierno argentino, en especial Kirchner, se quiso poner duro con el fondo y los acusó de prestar dinero a Argentina para después provocar una fuga de capitales, y cuando el vocero del FMI publicó el estatuto que prohíbe a ese organismo internacional hacer quitas a las deudas la respuesta de la “(vice)presidenta” Kirchner fue decirles que los argentinos sí saben leer.

Están, pues, dándose las condiciones de una tormenta financiera de efecto inmediato en los mercados. Tan pronto como los despachos informativos contengan la palabra default, vendrá una ola de turbulencia que tocará en primera instancia a los mercados emergentes más parecidos.

En el pánico no hay distinción, la diferenciación llega tiempo después.

En el mundo hay poca atención cuando un gobierno incurre en actos populistas y de dispendio del gasto público en programas que sólo buscan mantener a las clientelas electorales contentas. Eso hicieron los Kirchner durante muchos años y la impericia del derechista Mauricio Macri para corregir los desequilibrios financieros sólo terminó por agravar la situación.

Hoy Argentina amenaza con regresar a la atención mundial y otra vez por las razones incorrectas, otra vez para hacer sonar un tango en los mercados financieros globales.