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Hay muchas dudas, y son muy serias, sobre la precisión de los datos oficiales de los contagios del Covid-19 en México. La aplicación de pocas pruebas de detección, con criterios muy restrictivos para su aplicación y la reclasificación de los diagnósticos hacen sospechar que la 4T se ha creado un escenario mucho más benévolo que en el resto del mundo.

Y lo que sigue a la pandemia es la recesión, una de alcance global, que necesita que los gobiernos tengan un escenario real de su condición financiera para que, a partir de ahí, diseñen sus políticas de rescate.

En México, finalmente, llegó la fecha en que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tendrá que aceptar la realidad de que los principios económicos en los que sigue sustentando su gasto están equivocados, o bien, perpetuar la república de los otros datos.

Cuando a principios de año le pedían al secretario de Hacienda, Arturo Herrera, que aceptara que la economía mexicana no habría de crecer a 2% durante este año, el funcionario solicitaba tiempo. Pedía que llegara la fecha de presentación de los precriterios económicos para el 2021 y entonces hacer las correcciones necesarias.

Y la fecha llegó. Por ley, mañana el gobierno federal debe presentar al Congreso el paquete de supuestos económicos sobre los cuales empieza a trabajar su iniciativa de Ley de Ingresos, la Miscelánea Fiscal y el Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2021, que tiene que entregar la primera semana de septiembre.

Mañana, la 4T tiene que dar cuenta de su estimado de crecimiento, de precio del petróleo, de tipo de cambio, inflación y todas las variables que influyen en un Paquete Económico del próximo año.

Pero el punto de partida es asumir si lo que esperaban para este año se va cumpliendo o no. O sea, si su crecimiento de 2% va bien, si los barriles de la mezcla mexicana a 49 dólares por barril son alcanzables, si el tipo de cambio y las tasas de interés proyectadas van en ruta.

Si los técnicos de la Secretaría de Hacienda todavía creen en el valor de las ciencias económicas, mañana deben dar cuenta del escenario de recesión en el que estamos, del derrumbe en los ingresos fiscales y sobre todo las modificaciones que deban hacer para mantener a flote el barco financiero nacional.

No puede mantenerse intacto el plan de gasto público, porque la recaudación tributaria, los ingresos petroleros y en general la actividad económica va en picada.

Mañana tiene que ser el día en que anuncien la cancelación del Tren Maya, de la refinería de Dos Bocas y de otros proyectos de gasto, sobre todo asistencial, que hoy es imposible cumplir.

Tiene que haber una rectificación muy seria de las estimaciones gubernamentales sobre el comportamiento económico de este año, para que a partir de ahí se anuncien los programas emergentes de rescate a las actividades productivas.

Salvo que, claro, la 4T quiera seguir con el camino suicida de la feria de los otros datos.