Elecciones 2024
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Hay algo que no encaja. Se abandona una posición en el Senado de la República para buscar una gubernatura; para ocupar un puesto en el gabinete federal o una posición importante en el servicio exterior. Vanessa Rubio Márquez anuncia que deja su posición legislativa para iniciar un proyecto académico, que complementaría con tareas de consultoría privada.

Su decisión importa, entre otras cosas, porque será sustituida por Nancy Guadalupe Sánchez Arredondo, que en el 2019 renunció al PRI luego de 30 años de militancia.

La senadora suplente de Rubio es colaboradora de Javier Bonilla en el gobierno de Baja California. En el momento en que rinda protesta sabremos si queda como independiente o se suma a la bancada de Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Esto último es lo más probable.

En sus primeras declaraciones, dejó claro que no volverá al PRI. El tricolor pasará de 14 a 13 escaños en la Cámara Alta. Si migra a Morena, este partido tendrá 61 senadores, en vez de 60. Si a estos escaños le sumamos los de los partidos aliados de la Cuarta Transformación, se llegaría a un gran total de 78, en vez de 77. (Los aliados son PT que tiene seis senadores; PVEM, con siete, y PES que suma cuatro).

A la Cuarta Transformación, le faltan ocho escaños para lograr la mayoría cualificada. Si Sánchez Arredondo se suma, seguirían faltando siete. Son muchos, pero no hay que perder de vista que hace unas semanas se sumó el senador Enríquez, ¿cuántos chapulines llegarán?

Por lo pronto, vale la pena enfatizar que sin Vanessa Rubio se perderá una voz importante y muy calificada en la discusión de los temas relacionados con las finanzas públicas. Rubio Márquez cuenta con experiencia al más alto nivel de la toma de decisiones y en estos meses de la LXIV legislatura fue relevante en asuntos relacionados con impuestos y gasto público, además de relaciones exteriores. Es muy inteligente y era una de las pocas priistas que tomaba el micrófono para cuestionar la Cuarta Transformación, en tribuna pero también en medios de comunicación, donde su participación es muy valorada, por su claridad y por su CV. Fue subsecretaria en Hacienda, Desarrollo Social y Relaciones Exteriores. Una de las colaboradoras más cercanas de José Antonio Meade.

¿Tiene relación la salida de Rubio Márquez con la llegada de Emilio Lozoya? En política no hay coincidencias, dicen los clásicos. Más allá de la perogrullada, el reto es entender el sentido de la decisión de la senadora. Ella estaba en Relaciones Exteriores cuando Emilio Lozoya ejercía su derecho de pernada sobre la caja de Pemex.

En esos años, no tuvo injerencia directa ni indirecta sobre las acciones de Lozoya en la petrolera. La zona de riesgo para la ahora exsenadora tiene que ver con su trabajo como subsecretaria de Hacienda, de septiembre del 2016 a noviembre del 2018. ¿Cuánto supo del dark side de la gestión de Lozoya? Legalmente estaba obligada a denunciar los hechos delictivos de los que tuviera conocimiento, pero en la tradición política mexicana, denunciar a un protegido del presidente es un suicidio político.

¿De qué tamaño fue la presión y los argumentos que le hicieron ver la conveniencia de su licencia? Ella es una persona que está acostumbrada a recibir presiones, por lo que podemos suponer que se trata de algo relativamente grande. Con su salida, pierde el fuero y deja en evidencia la debilidad del grupo de Meade.

En momentos en los que viene el huracán Emilio, el excandidato del PRI a la presidencia y los suyos parecen estar a la intemperie. Hasta hace unos días, podría pensarse que ése no era un problema para Meade, porque la presa mayor del proceso a Lozoya sería Luis Videgaray o Enrique Peña Nieto. Ahora no hay nada seguro y el movimiento de Vanessa Rubio sirve para alimentar las especulaciones, ¿qué trayectoria tendrá ese fenómeno meteorológico/político llamado Emilio? ¿dónde caerán las tormentas? ¿cuántos damnificados habrá? ¿qué pasará con la reforma energética… y con la oposición?