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El tiempo dirá si es un acto de alquimia, un milagro o un gigantesco error.

Ver para creer: el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) es ahora empresario. Los 14,500 trabajadores que no aceptaron su liquidación reaparecen como propietarios de 49% de una sociedad que recibe el permiso para explotar 14 plantas eléctricas durante 30 años. El socio es un grupo portugués, llamado Mota-Engil. Ellos tendrán 51% de la sociedad. El Gobierno Federal retiene la propiedad de los activos, los entrega en comodato durante 30 años.

El tiempo dirá si es un acto de alquimia, un milagro o un gigantesco error. El SME fue uno de los sindicatos más conflictivos en el sexenio anterior y ahora emerge como ganador aparente, luego de seis años de lucha y negociación con el Gobierno Federal. ¿Ganador? De qué otro modo calificarlo: los trabajadores recibieron 5,200 millones de pesos en liquidación; la concesión para operar 14 plantas y el permiso para mantener una dualidad: como cooperativistas serán dueños de una empresa, pero como sindicato mantienen la titularidad del contrato de la nueva empresa. Queda por ver si esta dualidad del SME es funcional o destructiva.

¿Estamos ante un esquema disruptivo o un absurdo? El Gobierno consiguió desactivar una bomba política que el sexenio anterior provocó muchos dolores de cabeza en Los Pinos. Tomando en cuenta lo que ahora ocurre con la CNTE, es justo reconocer el valor que tiene esta negociación política. Dicho lo anterior, esta solución política deberá probar su pertinencia en el terreno económico.

En México no hay un negocio que opere con una fórmula similar: un sindicato asociado a una multinacional. El sindicato ha creado una cooperativa, llamada Luz y Fuerza, que aportará los activos físicos y 322 millones de pesos, en calidad de capital de trabajo. Los portugueses se comprometen a poner recursos para reconvertir plantas que son obsoletas tecnológicamente, pero cuentan con un atractivo gigante: están situadas en una posición privilegiada para atender algunos de los mayores mercados de México, incluyendo la ciudad de México y la zona industrial del Estado de México. Las inversiones necesarias para reconvertir las plantas serán superiores a los 1,500 millones de dólares, pero se erogarán a lo largo de varios años.

La empresa se llama Generadora Fénix y es el producto de una negociación entre los portugueses y el sindicato, que empezó en el 2013 y terminó en el 2015. Generadora Fénix tiene plantas que en conjunto tienen una capacidad de generación eléctrica que es alrededor de 3% del total nacional. Si los planes de inversión anunciados por Mota-Engil se cumplen, esta empresa podría convertirse en un jugador relevante en el nuevo mercado eléctrico y competir con la CFE, entre otros. Hay la intención de atender a grandes usuarios privados, que consumen más de 3 megawatts.

¿Cómo será la cultura corporativa en Generadora Fénix? El SME tiene por delante el reto de demostrar que puede comportarse como un verdadero socio en el Consejo de Administración y entrar en una lógica de alta productividad. Mota-Engil tiene una gran experiencia internacional, pero es relativamente nueva en México. Sus competidores se quejan de que los portugueses recibieron “un regalo” al ser escogidos y aprobados como socios del SME. ¿Regalo? Ellos tendrán que invertir cientos de millones de dólares en reconvertir las plantas y, además, deberán asumir el riesgo de tener a la SME como socio. No minimicen este riesgo. ¿Cuántos quisieran a Martín Esparza de socio?

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