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Los empresarios mexicanos comparten preocupaciones con los del mundo. Tienen su parte de responsabilidad, por eso es bienvenida la autocrítica.

Para los empresarios mexicanos, el mayor reto no es conocer a la 4T y conectar con ella, sino tender un puente con la sociedad mexicana, empezando por los trabajadores de sus empresas. La grieta se manifestó en la campaña del 2018, cuando los empleados desoyeron las recomendaciones de muchos de sus patrones y votaron en masa por AMLO. Ése fue nuestro momento brexit, donde quedó clara la desconexión y empezamos a comprender el significado de nuestra polarización. En ese sentido, hay que entender la presentación de los principios de la Dimensión Social de las empresas, por parte del Consejo Coordinador Empresarial, que encabeza Carlos Salazar.

Hay autocrítica del sector empresarial y un afán por tomar el control de la narrativa. Los hombres y mujeres de empresa quieren presentarse como parte de la solución y no como generadores de los grandes problemas. Les urge porque empiezan a aparecer como villanos o cómplices de los políticos en temas como el desabasto de medicinas, evasión fiscal y ventas al gobierno con precios exorbitantes.

¿Podrán los empresarios mexicanos reinventarse? El mensaje de Carlos Salazar debe leerse con cuidado. Hace una lista de tareas a realizar, principalmente por parte de las grandes empresas. Es un decálogo, donde por momentos parece querer rebasar a la 4T por la izquierda. Llama a cumplir las obligaciones fiscales; pagar en tiempo y forma a las pymes; hacer un uso más sustentable de los recursos naturales; respetar los derechos humanos; generar empleos de mejor calidad, y participar activamente en el desarrollo de las comunidades.

El documento nace con 150 empresas y organizaciones adherentes. Fue presentado en un acto, donde estuvieron entre otros Carlos Slim, Antonio del Valle y Daniel Servitje. ¿Cómo le harán para pasar de la palabra a la acción? Carlos Salazar habla de optimismo y exigencia, pero no hay que descartar el factor miedo. Muchos hombres y mujeres de empresa están dispuestos a hacer más que antes porque saben que el “orden social” que hemos vivido no es sostenible. Tantos años de bajo crecimiento y mala distribución han creado condiciones difíciles para los empresarios, pero también para los trabajadores y las clases medias.

En otros lugares, el 2019 fue año de movilizaciones en 19 países. Fue también un momento interesante en la reflexión de los empresarios sobre su papel en la sociedad. La Business Roundtable, que congrega a 181 CEO de las mayores empresas de Estados Unidos, dio a conocer en agosto pasado un documento en el que se comprometen a hacer que sus empresas vayan más allá de buscar beneficios para sus accionistas.

“El sueño americano está vivo, pero está deshilachándose”, reconocían en una nota de prensa. Hablan de pagar de manera justa a sus empleados, negociar de manera ética con sus proveedores y apoyar a las comunidades en las que están asentadas las empresas. Ponen en la mesa la necesidad de pensar en el impacto de largo plazo de las decisiones empresariales.

Hace unas semanas, el Foro de Davos presentó su propuesta de capitalismo social, donde reconocen que el capitalismo debe reinventarse. Se refiere a la necesidad de frenar la explotación irracional de los recursos naturales y asumir un compromiso más radical para reducir la desigualdad.

Los empresarios mexicanos comparten preocupaciones con los del mundo. Todos enfrentan un ambiente hostil y riesgos de populismos. Tienen su parte de responsabilidad, por eso es bienvenida la autocrítica. Aquí falta una hoja de ruta y criterios de evaluación, además de compromisos para inhibir prácticas monopólicas, pero es un paso al frente. La duda está en el aire: ¿podrán los empresarios reinventarse?